A dos años del inicio de la restauración de la estatua El Caballito, dañada por el uso de agentes corrosivos, autoridades involucradas en la custodia de este monumento mantienen la incertidumbre en torno al proyecto final para devolverla a su estado original, lo que ha generado reclamos de especialistas, académicos, e intelectuales comprometidos en el rescate y conservación del patrimonio de la Ciudad de México.

El escritor Vicente Quirarte, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y que ha dedicado parte de su obra a la historia y cultura de la capital mexicana, expresó que resulta lamentable la descoordinación de las autoridades encargadas de los trabajos de restauración: “Me parece terrible que no podamos apreciar un monumento que puede ser hasta más importante que el Ángel de la Independencia, una joya de arte extraordinaria”, exclamó el coautor de Amor de ciudad grande, La ciudad como cuerpo y 1554 México 2012.

A lo anterior se sumó el cronista y novelista Juan Villoro, quien consideró que la estatua ecuestre de Carlos IV es una pieza del patrimonio nacional que debería custodiarse con mayor coordinación.

“A los avatares de su existencia incide el maltrato que ha tenido por el ácido que le pusieron. Se trata de una pieza del patrimonio que debería custodiarse. Es una de las piezas que están dañadas y que no se les ha dado atención”, expresó.

La arqueóloga Elsa Hernández Pons estima que parte de la responsabilidad en la limpieza fallida que eliminó la pátina de la escultura, recae en las autoridades capitalinas encargadas del resguardo del patrimonio inmueble urbano.

“La mayor responsabilidad es de la Autoridad del Centro Histórico (CH). Su directora conoce el trabajo del INAH, conoce perfectamente lo que se debe hacer y nunca recurrió al Instituto. El protocolo que se debió seguir antes de intervenir el monumento fue pedir su aprobación. El error del INAH es que no ha querido asumir la parte que le corresponde para un dictamen propio, pagado por el Fideicomiso”, dijo la historiadora.

LA DENUNCIA

La controversia sobre El Caballito surgió en septiembre de 2013 cuando un grupo de restauradores e historiadores denunció en redes sociales los daños que una empresa dedicada a la restauración había ocasionado a esta obra de Manuel Tolsá, fundida a finales del siglo XVIII.

Cuatro meses atrás el Comité de Monumentos y Obras Artísticas en Espacios Públicos de la Ciudad de México había decidido que ésta se sometiera a trabajos de restauración, por lo que el Fideicomiso del Centro Histórico otorgó una adjudicación directa a la empresa “Marina, restauración de monumentos”.

En seguimiento a la denuncia de los restauradores, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ordenó la suspensión y notificó al Fideicomiso del Centro Histórico de la Ciudad de México, responsable del resguardo de esta estatua.

A la suspensión del contrato con “Marina, restauración de monumentos” por parte de la Contraloría del DF se sumó la denuncia que el INAH hizo ante la Procuraduría General de la República (PGR).

Ese mismo mes, el INAH presentó un dictamen en el que asentó el reporte técnico de daños. Los resultados arrojaron una afectación irreversible a 50% de la pátina que protegía la superficie de la estatua, así como la pérdida de porciones de la aleación de metales que la componen, principalmente de bronce. El reporte asentó que aun cuando el tratamiento a base de ácido nítrico se aplicó a 35% de la superficie, los escurrimientos se extendieron hasta 50% de la estatua y en una parte del pedestal.

En diciembre, la Contraloría del GDF notificó la suspensión de cuatro funcionarios menores del Fideicomiso CH, de la Autoridad del CH y de la Secretaría de Gobierno del DF. Las sanciones consistieron en la inhabilitación por un año para dos de ellos y de 90 días para el resto de los funcionarios. La empresa fue inhabilitada por 10 años para ofrecer servicios a cualquier dependencia del GDF.

Luego hubo señalamientos de posibles vínculos con líderes del narcotráfico de la empresa Andamios Almine México, arrendadora del andamio que resguardaba la estatua. La información, revelada por EL UNIVERSAL en febrero, partió de un listado del Departamento del Tesoro de EU, y provocó la suspensión del contrato y sustitución del andamio.

PROYECTO DE RESTAURACIÓN

Desde esa suspensión de los trabajos, El Caballito ha pasado por una etapa de diagnóstico y actualmente espera la aprobación de un proyecto definitivo. Como respuesta a las presiones del grupo de restauradores y observadores independientes agrupados en la página de Facebook El Caballito, Conservación, en abril de 2014 el Fideicomiso del CH anunció la elaboración de un proyecto para la restauración integral de El Caballito con la participación de 25 especialistas en restauración, arquitectura y metalurgia, procedentes de seis instituciones de educación superior del país.

El proyecto se basó en el levantamiento de análisis fotográfico, escaneo en tercera dimensión, fluorescencia de rayos x del metal y piedra in situ, a lo que agregaron ultrasonido del metal, ensayos de colorimetría, entre otros. Los estudios se extendieron hasta enero de 2015, cuando el director del Fideicomiso, Inti Muñoz, anunció que el proyecto de restauración se había remitido al INAH para su aprobación.

A la reserva con que ha mantenido su trabajo el equipo de diagnóstico de esta estatua, se suma la carencia de coordinación entre el INAH y el Fideicomiso Centro Histórico, entidades que a finales de mayo evidenciaron total descoordinación respecto a la aprobación final del proyecto.

El 22 de mayo de este año EL UNIVERSAL reveló esa descoordinación luego de realizar una consulta simultánea a las dos entidades responsables de la custodia de El Caballito.

“Esperamos que el INAH haga sus valoraciones de los estudios y los criterios generales que estamos proponiendo para la restauración y para la posterior elaboración de la ruta conjunta para los trabajos. La pelota está en la cancha del INAH”, declaró entonces Inti Muñoz, a lo que el INAH respondió que esta aprobación recaía en el Fideicomiso.

Ambas consultas se hicieron en seguimiento a un documento que esta entidad del GDF generó en atención a la solicitud de un usuario de la Ley de Transparencia local, en la que manifestó que la aprobación del proyecto definitivo de restauración recaía en el INAH. Una de las voces que ha proporcionado mayor certeza al proceso previo al inicio de los trabajos de restauración es la del arquitecto Marco Aurelio Maza, miembro del grupo de especialistas que elaboraron el proyecto de restauración: “Dos de las vías que se usa en estos casos de restauración de la pátina es el uso de dos lacas, Paraloid y Benzotrazol, en aleación forman una laca que se conoce con el nombre de Intraloc. Su aplicación podría darse a través de dos técnicas: el rigatino (basado en líneas) y puntillismo (punteado). Aún estamos en evaluación en reproducciones de fragmentos de El Caballito (probetas)”, explicó.

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