Un coche enciende su motor y trata de cruzar a toda velocidad una tormenta de nieve. Así define Elsa Montagnon, responsable de vuelo de la sonda Rosetta en la Agencia Espacial Europea (ESA), la actividad actual del cometa 67P / Churyumov-Gerasimenko. En noviembre pasado el módulo Philae de esta sonda espacial realizó la histórica hazaña de aterrizar por primera vez en un cometa, aunque rebotó hasta una zona de sombra que le impidió lograr que sus paneles solares funcionaran  y se limitó su transmisión de datos.

Después de siete meses de permanecer “dormido”, Philae dio su primera señal de vida. Logró establecer contacto por casi dos minutos con Rosseta y su centro de operaciones en la Tierra el pasado 14 de junio. Desde entonces, ha mantenido contacto intermitente como muestra de que funciona  y está listo para una de las etapas más importantes de la misión: el registro de los cambios en el cometa cuando éste llegue a su punto más cercano al sol, el próximo 13 de agosto.

Los científicos se encuentran trabajando en mantener a Rosetta en una ubicación que mejore las oportunidades de comunicación con el somnoliento lander que aún no revela el lugar exacto en el que se encuentra. Originalmente se había proyectado que esta misión terminaría a finales de diciembre del 2015, pero en una reunión celebrada recientemente por el Comité para el Programa Científico de la ESA, se decidió prolongarla nueve meses más.

La aventura llegará a su fin cuando Rosetta se quede sin energía para operar sus instrumentos científicos y se planea poder colocarla también sobre la superficie del cometa para finalizar su labor.  Se estima que esto sucederá a finales de septiembre de 2016.

Para todos los involucrados en uno de los proyectos científicos más ambiciosos de los últimos tiempos, esta noticia ha sido motivo de regocijo, pues además de poder observar al cometa en su momento de mayor efervescencia frente al Sol, también se podrá comparar su estado cuando se aleje del llamado Astro Rey. Matt Taylor,  científico del Proyecto Rosetta para la ESA, ha señalado que esta será una oportunidad para acercarse más a su núcleo y comparar datos, lo que ampliará información sobre el ciclo de vida del cometa.

La doctora Dolores Maravilla Meza, investigadora en el área de Ciencias Espaciales en el Instituto de Geofísica de la UNAM, dice: “Dentro de poco el cometa se encontrará en el perihelio, el punto más cercano de su órbita alrededor del Sol. Obviamente el módulo va a estar cercano a los embates solares, pero la misión está muy bien planeada, con materiales e instrumentación lista para soportar temperaturas y presiones”.

Se espera que la sombra que bloquea a Philae no esté provocada por alguna estructura rocosa, pues así tendrá oportunidad de alimentar sus fuentes de energía fácilmente y de registra la actividad del cometa  cuando los  niveles de sublimación y evaporación de los materiales trabajen al máximo.

La especialista en el estudio de la dinámica del polvo cósmico en ámbitos espaciales y astrofísicos, señala también que el fin último de este tipo de misiones es conocer el origen y evolución del Sistema Planetario. “Dos de las interrogantes que siguen abiertas son cómo se formó y evolucionó el Sistema Solar. Esta misión puede dar nuevas pistas al respecto. A pesar de que hay muchas teorías y modelos, seguimos con  brechas, grandes huecos en el conocimiento que no nos permiten tener una secuencia desde que se formó la nube de polvo y gas que dio origen al Sistema Solar hasta la formación de protoplanetas, los planetas en fase de formación temprana”.

Los misterios del material primigenio

Los cometas y los asteroides son dos tipos de cuerpos celestes que están formados por material primigenio. Dolores Maravilla Meza explica que éste proviene directamente de la nube protoplanetaria, pues una vez que nació el sol y estaba en su etapa temprana, el material remanente quedo redistribuido alrededor del astro.

Existen muchos cometas de periodo corto, como se le conoce a los cuerpos celestes como el 67P, que tardan un  lapso menor a veinte años en darle la vuelta al Sol. Se considera que el 67P / Churyumov-Gerasimenko tarda seis años en esta tarea. “Se han hecho estimaciones sobre el número de cometas que existen, pero es difícil dar una cifra al respecto. Los cometas tienen dos reservorios. Uno es el  Cinturón de Kuiper y el otro, una estructura más lejana, conocida como la Nube de Oort. El primero es parte central del segundo”.

“El límite del Cinturón de Kuiper empieza después de la órbita de Neptuno. Debemos pensar en él  como una especie de banda donde está sumergido el Sistema Solar, un tipo de dona aplanada. La Nube de Oort  es solo una teoría, pero se  espera comprobar su existencia. Esta nube se asemeja  a  la cáscara de una naranja, pero formada por núcleos comentarios”.

Si bien esta es la primera misión que logra tocar la superficie de un cometa, no es la primera en estudiarlos. El proyecto pionero  en el análisis de muestras que pudieron ser transportadas  a la  Tierra fue  Stardust. La sonda espacial estadounidense lanzada por la NASA en febrero de 1999, tuvo como objeto de estudio al cometa 81P/Wild, también conocido como Wild 2.

“Este proyecto espacial tuvo la particularidad de meterse en el coma del cometa, su atmósfera, y allí saco una rejilla encapsulada donde quedaron atrapadas muchas muestras de polvo cometario. Gracias a esa misión se descubrió que si bien por un lado los cometas están formados por un gran contenido de agua, cada cometa es único”.

Para Dolores Maravilla gracias a esta misión y a otra como la Deep Impact, que se pudo acercar al cometa 9P/Tempel 1 en el 2005, cambió la concepción de que un modelo cometario  es aplicable para todos, como el que visualiza los cometas como aglomerados de cuerpos más pequeños que forman una especie de bola de nieve contaminada. Concebido por el estadounidense Fred Lawrence Whipple, este modelo apostaba por una estructura cometaria poco densa, más frágil.

“Whipple proponía que los cometas eran como aglomerados de pequeñas esferas formando un cuerpo más grande que genera los núcleos, por lo que se pensaba que el menor impacto podría separar a todos los componentes. La misión Deep Impact dejó caer un detonador en el Tempel1 pensando en fracturarlo. No se fragmentó, sólo se generó un cráter”, señala la investigadora y subraya que todas estas misiones han ido sumando conocimiento sobre los cometas de los que hoy también se sabe no cuentan con campo magnético y su núcleo puede presentar formas irregulares.

A través de los instrumentos que porta, la misión Rosetta intenta realizar múltiples experimentos en diferentes áreas científicas. “Uno de los proyectos más interesantes es SESAME, destinado al estudio del polvo cósmico. La idea es tomar muestras de este material que recubre el cometa y que se desprende de él, pero no logra escapar, formando una especie de sábana que recubre su superficie”, indica la especialista.

Agrega que poder conocer el tamaño y contenido de las moléculas de estos polvos y la forma en que se disocian, así como la forma en que el  agua y los compuestos de carbono se desprenden en  los procesos de sublimación y evaporación; ayuda   entender mejor  la morfología del cometa, como los mecanismos mediante los cuales se generan sus colas.

Este es uno de los fenómenos que la misión tendrá la oportunidad de atestiguar dentro de poco, pues al acercarse al Sol, el núcleo del cometa empieza a calentarse y el hielo se sublima. De esta forma los gases se proyectan en dirección opuesta al Sol, lo que motiva la formación de la cola o colas que se extienden millones de kilómetros.

El calentamiento del cometa también permitirá conocer con mayor claridad sus depósitos de agua, pues con el acercamiento del sol se puede observar la evolución del planeta desde el punto de vista geofísico. “Ya se han detectado regiones enteras dentro del cometa que con filtros adecuados permiten ver su composición química”.

Desde que se descubrió que el agua es un compuesto común en el Universo, los científicos empezaron también a aumentar sus expectativas no sólo sobre el origen del Sistema Solar, sino incluso de la vida en la Tierra. “Se cree que nuestro planeta  adquirió su gran reservorio de agua precisamente de los cometas. El segundo fue ocasionado por la actividad volcánica.

Para poder extraer esa agua para su uso en la Tierra se necesitaría un desarrollo tecnológico que ahora puede parecer muy lejano. Ahora no tenemos la tecnología ni para explotar los recursos de la Luna, como sus minerales”.

El material orgánico encontrado en los cometas ha hecho que se revivan viejas teorías sobre la aparición de la vida en la Tierra y se conviertan en un suculento plato fuerte para químicos, biólogos y físicos sobre la evolución de los compuestos orgánicos. Para los especialistas como Dolores Maravilla Meza, esta materia orgánica podría ayudar a llenar los huecos que también existen en los modelos de evolución de la vida hasta llegar a un cuerpo como lo concebimos en la Tierra.

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