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La industria funeraria mexicana, como a escala internacional, ha percibido que socialmente se presentan cambios en cuanto a la manera en que las personas buscan darle el último adiós a sus seres queridos.

Hay una tendencia en aumento para hacer ceremonias más naturales y significativas en familia, que también impactan en la cantidad económica que las personas están dispuestas a invertir en un sepelio y el mantenimiento de una tumba, explicó Carlos Lozano O’Reilly, director general de la empresa funeraria Industrias Alternativas.

“La gente no quiere gastar en el mantenimiento de una tumba, o en los nichos de las iglesias. Las nuevas generaciones no se quieren hacer cargo de generaciones pasadas, es una carga muy fuerte. Los jóvenes tienen que cargar con todos sus antecesores”, explicó el directivo en entrevista con EL UNIVERSAL.

Al año hay aproximadamente 600 mil muertes en México, de ese total, 20% de los cuerpos se llevan a cremación, mientras que una distribución por entidades, en las ciudades más grandes como la de México o Monterrey es de 60% a 70% del total de muertes que se resuelven con la incineración de cuerpos, estimó Carlos Lozano.

Debido a que la muerte ahora representa un gasto fuerte, aproximadamente 40% de las tumbas que se encuentran en “panteones jóvenes” están olvidadas porque los familiares no tienen para pagar el mantenimiento y uso del espacio, como en los nichos de las iglesias.

“Un nicho te cuesta entre 6 mil y 200 mil pesos dependiendo del lugar en donde se compre. El mantenimiento se tiene que pagar para siempre, y cuesta entre 750 pesos y mil 200 pesos anuales. La gente no quiere tener estas cargas ni pasarlas a sus generaciones futuras”, comentó.

Lozano O’Reilly consideró que por esta situación, las personas optan por otras alternativas más económicas.

“Nuestra sociedad está yendo hacia la simplificación para no deber pendientes, optamos por algo que represente una libertad y eso lo encuentran al llevar las urnas hacia un lado natural”.

Con 20 años de experiencia en la industria funeraria, la empresa se incorporó desde hace cinco a la marca Limbo América, para traer a México urnas ecológicas, las cuales están hechas de sal y al estar en contacto con agua marina se desintegran, o pueden enterrarse en el piso y cimentar las raíces de un árbol.

“La dispersión ecológica de las cenizas es una tendencia que no tiene retorno, a las personas les resulta más práctico y trascendente que sus seres queridos sean esparcidos en el bosque o la laguna, que enterrados o dejados en un nicho”, concluyó.

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