El efecto del dólar más caro en la inflación aún no se siente. La divisa ayer marcó su noveno máximo histórico frente al peso, pero los precios crecen a su menor ritmo de la historia.

De acuerdo con el Inegi, los precios al consumidor subieron 2.76% en los primeros quince días de julio, con relación a la misma quincena de 2014, lo que representó su avance más moderado desde que hay datos comparables, a partir de la primera mitad de enero de 1989.

El menor ritmo es más evidente excluyendo los precios de productos agropecuarios, energéticos y tarifas del gobierno. Restando estos, la inflación fue de apenas 2.30% anual en la primera mitad de julio.

Los bienes más expuestos a las variaciones del dólar son los duraderos, como aparatos electrónicos, dado que muchos se importan, mientras que otros contienen insumos y materias primas del extranjero para su elaboración.

El precio de los productos duraderos subió 2.81% anual en la primera quincena de julio, siendo la mayor desde 2012 para igual periodo.

Para Joan Enric Domene, analista de Invex, la depreciación del peso ha tenido un traspaso en los precios de algunos insumos de mercancías.

Marco Oviedo, economista en jefe para México de Barclays, opinó que no hay evidencia de traspaso del tipo de cambio, lo que sugiere que hay debilidad en la demanda por bienes y espacio para un traspaso adicional.

Naturalmente, el dólar caro impacta primero los precios de los bienes que utilizan las empresas para producir, las cuales dependiendo de la demanda, luego deciden trasladar parte de los mayores costos hacia los consumidores.

Recientemente, el Inegi informó que la inflación al productor, excluyendo petróleo, acumuló un incremento de 1.64% al primer semestre, el mayor desde 2011 para igual lapso. Pero el mayor encarecimiento se ha registrado en las mercancías que sirven de insumos, al sumar un repunte de 2.22%, el más pronunciado desde 2008 para un periodo similar.

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