Estamos plantados en una banqueta de la Colonia del Valle, en la Ciudad de México. Llevamos varios minutos viendo, hipnotizados, la toma de corriente del BMW i3 Dynamic que está conectado a una estación de carga pública plantada por el gobierno local y la CFE, alcanzamos a entender. Ha pasado media hora. En una pantallita de la estación se indica una cifra: 15 A. Ajá, el amperaje de la corriente que alimenta nuestro auto. ¿Es mucho? ¿Es poco? Ni idea. Decidimos desenchufar y encender el motor eléctrico. ¡La batería ha cargado 2%! Está claro que cometimos un error o la estación lo ‘cometió’. Qué frustración. Tenemos mucho que aprender todavía sobre esta propuesta de auto.

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Antes de conducir por primera vez este modelo, teníamos una hipótesis: un consumidor debe primero abrazar, elegir el estilo de vida específico (el progresismo tecno-ecológico que normará su vida) y luego, puede elegir comprar este auto. Ejercerá, así, una convicción. Una con altísimo costo: $999,900 para la versión de rango extendido que probamos. Tras circular en la ciudad en todas las condiciones posibles, le pusimos ‘asegunes’ a esa hipótesis. A continuación, intentaremos responder a las dudas comunes que un automovilista promedio tiene en torno a este auto:

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¿Me dejará tirado con las baterías sin carga? Este modelo de i3 tiene un rango de hasta 330 kilómetros. Eso significa que si tienes una rutina común de trayectos casa-trabajo-casa en una gran ciudad (no más de 40 km diarios), tendrías que ser muy negligente o distraído para quedarte varado. Y, más vale que nos crean, es difícil no atender con curiosidad de video jugador a las gráficas del estado de carga en la discreta pantalla tras el volante. Nuestro auto, además, contaba con el pequeño motor de gasolina (2 cilindros, 647 cm³, que viene directo de una scooter) que acciona un alternador para mantener constante la carga cuando se llega a menos del 25% ‘de batería’. Es lo que se conoce como ‘rango extendido’, y es una solución que adoptan la mayoría de los autos eléctricos 100% “¿Cóooomo? ¿Sucia gasolina?”, dirán los consumidores verdes a ultranza. En efecto, pero eso no representa un retroceso o un parche tecnológico. Nosotros lo concebimos como una solución de emergencia. Puedes vivir solo con una buena planeación de tus paradas a cargar energía y sin conducir osadamente.

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Ahora: cuidado. Es fácil confiarse. Es fácil creer que el sistema de frenos re generativos (transforma la energía producto de la oposición a la inercia en energía eléctrica) es tu red de seguridad infalible. Haremos una confesión penosa: hace dos años, probamos un i3 sin rango extendido, dependiente solo de una carga de batería (para unos 160 km) y nos quedamos secos regresando de Toluca. Calculamos mal. Las subidas se llevaron mucho y las bajadas no recuperaron lo suficiente.

¿No se manejan… rarito? Sí, tardas una media hora en acostumbrarte a la marcha, a la conducción de un i3. Por una razón principal: en él no hay ralentí. No hay régimen mínimo ni inercia. Dejas de pisar el pedal del acelerador y adiós a la potencia. Imagínalo como “el botón A” de Mario Kart: dejas de apretarlo y el carrito de videojuego se detiene casi al instante. En algún momento, se convierte en una manera muy conveniente de administrar los desplazamientos (y de regenerar energía). Sin embargo, lo más atractivo en un auto eléctrico siempre será la disposición inmediata de potencia (todos esos 170 hp instantáneos, según dicta tu pie derecho), sin variaciones de torque con una progresión lineal deliciosa. Es algo que tienes que vivir: la seguridad y el control absoluto en los rebases.

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Aunque por supuesto, en las calles abundan los autos que superan al i3 en un 0-100 km/h (la maravilla de BMW los cubre en 8.1 segundos), te queda la sensación de que ningún auto hace ese tiempo con tanta… elegancia. Es decir, con ausencia total de drama.

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¿En verdad quiero llamar tanto la atención? Muy probablemente, sí. Es decir, sí quieres llamar ese tipo de atención. El i3 (y lo haremos extensivo a la mayoría de los autos híbridos o eléctricos que hay en las calles) procura proyectar inteligencia con su diseño exterior, más que lujo, exclusividad o exuberancia. Se ve como un juguete adulto. Varios automovilistas nos dieron el ‘pulgar arriba’ al verlo pasar. No estamos seguros de que eso suceda con un súper auto italiano, por decir. Un auto eléctrico simplemente luce como una idea sensata, ultra tecnológica. Es otra clase de ego. Manejarlo, además, se convierte en algo personalísimo. No querrás dejarlo en un valet como lo haces con cualquier otro auto; siempre te quedará la duda de si el ‘conductor extraño’ podrá comprender ese acelerador.

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¿Vale la pena gastar tanto por un auto, en rigor, sub compacto? En México, los compradores del i3, el Nissan Leaf y el Tesla Model S, más los 100 % eléctricos que ya mero llegan, como el Chevrolet Bolt EV, todavía son una especie de grupo piloto. Son los que aceptan pagar el precio de ser adelantados (o pagar la percepción de ello). Hay placeres que vienen de un interior amplio, lujoso; otros, de un V8 a gasolina en una SUV gigantesca. Pero poco a poco, se va colando el placer de la tecnología. Por la tecnología misma. Y el punto final: después de manejar durante varios días un producto tan redondo y avanzado como el i3, regresas a cualquier otro auto y sientes que tienes a tu disposición algo demasiado mecánico, algo que necesita demasiada fricción. Demasiado.

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Los otros tres eléctricos del mercado.

TESLA MODEL S: La velocidad absurda.

La experiencia de manejo del Tesla Model S remite, en primer lugar, a un salto al futuro. El vehículo nos hace creer que hemos viajado 15 años hacia adelante en el tiempo. Después, al momento de pisar el acelerador, sobreviene el vértigo de su “ludicrous speed”. Quienes han conducido un vehículo de más de 600 caballos de potencia, esperan una compresión en todo el cuerpo al momento de oprimir el acelerador; pero el Tesla brinda esta sensación vertiginosa prescindiendo de cualquier rugido. Uno no sabe si es un sueño o una ilusión. Dependiendo de la versión y actualización, el fabricante declara que el Model S, hace el 0 a 100 Km/h 2.7 segundos, territorio de autos exóticos de calle con un precio hasta ocho veces superior, pero también de monoplazas de Fórmula 1. El tablero de instrumentos y la mirada incrédula de quienes estén alrededor, confirman que las prestaciones no son cosa de ensueño, sino realidad técnica y medible. Cuando uno baja del Model S, la pregunta que se hace es inevitable: ¿Por qué alguien con este presupuesto decidiría comprar otro auto? Precio base de contado: $1,776,000

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NISSAN LEAF: El que abrió el camino.

Esto dijimos hace exactamente un año: “En el mundo de los vehículos eléctricos, una mención aparte se merece el Nissan Leaf, el primer auto cero emisiones que se comercializó en México y que marcó la pauta para que otras empresas se animaran a traer sus productos con esta tecnología para que el país ingresara a la era sustentable (...) Este modelo eléctrico salió a la venta en junio de 2014, pero desde 2011, ya rodaba por las calles y avenidas de la ciudad de México cuando el entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, dio el banderazo de salida al programa piloto Taxis cero emisiones que incluyó 100 unidades de Leaf y el primer cargador para este tipo de vehículos en América Latina”. Hoy, Nissan lleva vendidas 293 unidades del Leaf. Su precio de contado en 2017 es de $499,900. Conserva todo el prestigio y el aura del pionero además de su practicitad como sub compacto de configuración tradicional. Sin embargo, para muchos, su precio es complicado de justificar, calculadora en mano (está cerca del rango del Audi A3 2.0, por decir). Liberarse de los hidrocarburos tiene un precio, ¿o no?

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BMW i3: La fe en el futuro.

Algo distingue al i3, y ese algo es objetivo. El vehículo, producto de uno de los proyectos más ambiciosos en las últimas fechas de la armadora alemana y que tuvo su punto de partida en el concepto Megacity Vehicle de 2010, apunta a la sustentabilidad en todo su ciclo de vida. Detalles, detalles: el 34% de la tela en sus interiores, utiliza PET reciclado. La piel en los asientos es un producto secundario de ganado para alimentación humana que se procesa en un lugar cercano a la planta de Leipzig. La madera del tablero está formada por placas pegadas de kenaf, una planta similar al bambú procedente de bosques certificados; los paneles de las puertas utilizan fibra de la misma planta. De hecho, el 95% del vehículo se puede reciclar tras finalizar su vida. ¿Algo más tecno? Las versiones actuales del i3 tienen baterías mejoradas de 94 amperes y están distribuidas en ocho módulos de 16 celdas cada uno, lo que hace más fácil su mantenimiento ya que en lugar de cambiar la batería completa, es posible reemplazar solo uno de los módulos.

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