Carlos Pérez Rojas (Charly) es un artista de la personalización de motocicletas con aerógrafo, posee una técnica para sus trabajos, que si el afamado diseñador internacional Chip Foose tuviera  oportunidad de conocerla seguro que se la elogiaría.

El director general de Moto Car, atesora un talento nato que da vida a las imágenes que trabaja, además de una calidad única para proyectar sus obras de arte a planos realistas que logra integrar  a las motos  para convertirlas en auténticas obras arte rodante, dignas de una galería.

Aunque sus obras han rodado por Estados Unidos y Cuba, y año con año tiene presencia en los más renombrados festivales de estos vehículos en México –Salón Internacional de la Motocicleta y Expo Moto-, todavía le falta dar ese paso que lo consagre como todo un virtuoso en la personalización de motocicletas  en el país.

Sus inicios. Un talento que descubrió hace más de una década cuando trabajaba como aprendiz de pintor de automóviles. Recuerda que un día llegó una moto personalizada  al taller, se deslumbró y abrió el camino para su vocación que hoy ejerce orgullosamente.

“La vida ha sido la mejor escuela para aprender -reconoce Pérez Rojas- para esbozar mis dibujos, primero los conceptualizo en mi mente, de ahí hago el proyecto en papel y los traslado a una motocicleta. Todos los dibujos son únicos y exclusivos. Nunca verás dos pinturas iguales que salgan de mi aerógrafo”, acota.

El virtuoso de la personalización puntualiza que con el tiempo ha desarrollado técnicas propias, pero sobre todo, le encanta trabajar con el color naranja porque así es como ha logrado que las personas lo identifiquen.

“Tengo una pintura que me ha hecho transcender en esta actividad. El Tigre Naranja. Esa es mi carta de presentación, es un trabajo que hice para mí en una motocicleta japonesa que todavía no armo, pero  este dibujo me ha abierto las puertas para nuevos proyectos.

“El color naranja que empleo es la sangre que corre por las venas de gran parte de mis obras, es la firma de Moto Car. Lo plasmo en cascos, motocicletas, botas, chamarras, pero aunque es mi esencia, trabajo todos los colores y tonalidades”, comenta el entrevistado en su taller, en la colonia Independencia de la Ciudad de México.

El desenfadado artista, comenta que el talento necesita de los mejores materiales y por eso trabaja con marcas reconocidas además de utilizar horno para dar los terminados y sobre todo una fuerte dosis de paciencia y creatividad.

“Me gusta mucho leer revistas de arte, de motocicletas, en general de todo lo que tiene que ver con la pintura, me encantan las revistas japonesas por la calidad de imágenes y estilos que manejan; de ahí alimento mi creatividad, adoro las imágenes prehispánicas y en cuanto puedo, las plasmo en motocicletas”.

En cuatro semanas. De acuerdo con el experto, la personalización de una moto puede tardar de una a cuatro semanas; todo tiene su tiempo para alcanzar su madurez y un perfecto balance, y los precios... son accesibles.

“Me ha tocado personalizar  bicicletas porque hay chavitos que quieren tener una bici única. Lo mismo personalizo motos de nivel premiun que una moto de entrada al mundo de las dos ruedas”, concluye el entrevistado.

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