Cada año, dos veces al año, mi cabeza está llena de pensamientos y me abrumo con las emociones sobre el Holocausto. Esto me ocurre el 27 del mes de Nissan (según el calendario lunar judío), cuando Israel observa el Día del Recuerdo del Holocausto y el Heroísmo, y el 27 de enero, día en el que la ONU conmemora el Día Internacional del Recuerdo del Holocausto.
Los recuerdos del Holocausto siempre acompañan mi vida, especialmente porque mi hijo primogénito lleva el nombre de mi abuelo, quien sobrevivió al Holocausto: MOREDEJAI. Sin embargo, en estos dos días, surgen en mí varios recuerdos, pensamientos y sentimientos que me llegan generalmente en tres ejes principales:
En primer lugar, no puedo captar el horror y la pérdida. ¿Cómo puede una persona interiorizar realmente, así como comprender el significado y la magnitud del asesinato de seis millones de personas simplemente por tener una fe distinta? Seis millones de judíos fueron exterminados de manera sistemática tan sólo por ser judíos. Seis millones de almas fueron eliminadas tan sólo por llevar una religión diferente. Pensar en la muerte de tantas personas, hombres y mujeres, niños y ancianos, científicos y limpiadores de calles, es casi imposible. Contrastando con la actualidad y para comprender su magnitud, seis millones de personas es la cantidad aproximada de la población del estado de Puebla. Estos pensamientos me llevan hacia una espiral sin fin, donde el corazón no entiende lo que el cerebro sabe.
La segunda cuestión que siempre me viene a la mente es la pregunta: “¿Qué hubiera hecho yo si hubiera estado en el Holocausto?” ¿Podría haber sobrevivido como mi abuelo, transportado de un ghetto a un campo de trabajo o a un campo de concentración? ¿Sobreviviendo por el arduo trabajo, siendo útil y con la determinación, no sólo de sobrevivir, sino también de salvar la vida de su hermano menor? O tal vez sería como mi abuela, que corrió al bosque y vivió años escondida, escarbando comida donde fuera, tratando de soportar el clima helado durante los inviernos. ¿O posiblemente me hubiera unido a uno de los grupos de la resistencia, quienes fueron judíos valientes, que lucharon contra los nazis a pesar de las probabilidades en su contra?
Sin embargo, las estadísticas sugieren que probablemente habría terminado yo como uno de los seis millones que fueron asesinados. Dicha cuestión siempre me ha preocupado y sé que tengo la suerte de haber nacido en la patria judía, Israel, que nunca permitirá que otro Holocausto vuelva a suceder.
En tercer lugar, durante estos dos días que recordamos el Holocausto, reflexiono sobre la vida. Sé que suena raro, que después de todo, seis millones de judíos fueron exterminados. Pero no deja de sorprenderme e impresionarme el hecho de que la gente formara vidas y familias después del horror que vivieron. Muchos sobrevivientes pudieron desarrollar sus negocios, contribuir a la ciencia, ser médicos y escribir libros. La fecha que la ONU eligió para conmemorar el Holocausto, el 27 de enero, es la fecha de la liberación del campo Auschwitz-Birkenau, el mayor campo de concentración y exterminación nazi, el cual fue liberado por el Ejército Rojo en 1945. Esta fecha representa la liberación en lugar de la muerte. Además, Israel optó por nombrar el día de la conmemoración del Holocausto como el Día del Recuerdo del Holocausto y el Heroísmo.
Heroísmo para los que lucharon por sobrevivir y salvar las vidas de otros, y continuaron con sus vidas.
Aprovechemos esta fecha para recordar y reflexionar sobre lo que pueden hacer los regímenes oscuros y crueles. Recordemos la importancia de detener el racismo, el antisemitismo, la discriminación y el odio a los demás tan sólo por sus creencias y diferencias. Aprovechemos este día para asegurarnos de que el Holocausto y cualquier evento similar no vuelvan a suceder. ¡Nunca más!
Vice embajador de la embajada de Israel, nieto de sobreviviente del Holocausto