Dicen quienes lo han vivido que, en cuanto lo escuchas por primera vez, un torbellino de emociones recorre el cuerpo. El pecho se infla, por la mente pasan imágenes de la familia y los afectos, el sudor toma otra temperatura, la sensación de que el sacrificio y el esfuerzo valieron la pena explota en cada poro, pero también provoca que al más valiente le tiemblen las piernas.

Es el momento de la verdad, ya no hay marcha atrás. Eso para lo que llevas meses preparándote, está por comenzar. Las pulsaciones están a mil y es necesario tomarse un segundo para calmarse y recordar todo lo planeado, aquello en lo que se pensó durante la preparación.

Los más afortunados, incluso lo comparan con lo vivido al escuchar los acordes del himno nacional previo a un partido oficial vistiendo la camiseta de la Selección Mexicana ; por supuesto, guardando las distancias, porque escuchar por primera vez el llanto de un hijo es incomparable.

Paradójicamente, el nacimiento del hijo de Javier Hernández a quien debe poner más contento y traerle una mayor sensación de paz es a Raúl Jiménez . Y es que el momento más sublime en la vida del goleador histórico de la Selección puede significar el arranque de una nueva etapa —en el cuadro nacional— al examericanista.

Las estadísticas demoledoras de Javier con la camiseta verde, provocaron que nos priváramos del mejor Peralta en la Selección . Goles son amores, y los de Hernández hicieron que Oribe viviera condenado a ser su ladero o a jugar en zonas del campo que lo alejaban del gol. El mismo Jiménez sabe lo que es vivir a la sombra de los números de CH14 .

¿Cuántas veces debió jugar en el ostracismo de la banda, destinado a trabajar para el centro delantero?

Hoy, el universo se confabuló en favor de Jiménez . A la totalmente justificada ausencia del número 14, se suma el mejor rendimiento de su carrera, y el resultado tiene que ser la tranquilidad de saber que el puesto es suyo durante todo el verano.

Nadie le hace mosca y cada partido tiene que ser jugado con la convicción de que, gol a gol, puede adueñarse del eje de ataque nacional. Habrá quien diga que lo que haga en esta Copa Oro no tendrá el valor suficiente para quitarle el puesto ni más ni menos que al máximo anotador de la Selección, pero seamos honestos: basta con revisar los avasallantes números de Hernández para darnos cuenta que en México cantidad supera a la relevancia del gol.

ADENDUM

. La selección argentina es un equipo con el espíritu lastimado, un conjunto que —ante la primera adversidad— es invadido por los fantasmas del pasado. Su problema, claramente, excede al ámbito futbolístico.

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