Tres años han pasado desde que . aterrizó por primera vez en un cuadrilátero. Lo hizo a muchos kilómetros de distancia de México , de su país, del lugar donde creció viendo al pancracio como el mundo ideal que anhelaba experimentar. Japón lo bautizó en la gira 'Fantasticamanía' y desde entonces no ha mirado atrás, siempre con la mente en ser estrella de los cuadriláteros, tanto o más que su padre.

"He sido un chavo que se ha propuesto muchas metas y los paso han sido buenos, he aprendido mucho, que la gente me haya recibido con los brazos abiertos desde el principio me animó", comparte con El UNIVERSAL Deportes el muchacho que apenas rebasa los veinte años de edad pero que sobre el enlonado se mueve con soltura, como si lo hiciera desde hace décadas.

Tal vez así es, al menos en su mente lo imaginaba, lo soñaba. "Sé el nombre que tengo pero para ello me preparé y quise ser luchador profesional. Si eres un junior es más difícil, porque tienes que superar a tu padre y demostrar a los rivales que estás bien preparado", advierte.

A él le tomó más de una década de azotarse al amparo del silencio de un gimnasio, sin reflectores, sin aplausos. "Solo entonces mi padre me dio la oportunidad de debutar, tuve al mejor consejero, que me dice que no me adelante y vaya paso a paso".

La sed de triunfo que conserva el legendario Atlantis lo estremece, "está a punto de cumplir 40 años como profesional y se ve como un novato", presume el heredero de quien siempre fue su ídolo. "Cuando supe a lo que se dedicaba mi papá, me pidió que respetara su trabajo, la magia de la lucha libre. Desde chico se me inculcó eso y no me ha costado hacerlo, respeto mucho al personaje, no me quito la máscara en cualquier lugar es importante conservar el misterio", valora con la certeza del legado que defiende.

Y lo ha hecho arriba y abajo del ring, pues su padre le exigió consagrarse en la academia antes de caminar hacia un ring, "y lo agradezco. El estudio te hace ser una mejor persona para poder desenvolverte en cualquier ámbito, te abre muchas puertas en la vida".

Estudió animación y arte digital, una esfera poblada de magia al igual que la que un enmascarado inspira, la que él inspira. "Siempre busco sacar ideas para enriquecer al personaje, cuando debuté tenía más tiempo, ahora trabajo todo el tiempo. Siempre me gustaron los efectos especiales y sabía que a la larga me podría ayudar. Al principio eres un aficionado, mi padre se metía al vestidor y yo solo veía las luchas, son etapas diferentes. Ahora como luchador lo vivo muy distinto, pero ambos momentos son muy bonitos".

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