El domingo 9 de julio, la plancha del Zócalo de la Ciudad de México mutó en lienzo verde para presenciar los trazos de esos artistas que han perdido velocidad, pero la agilidad mental y la técnica con el balón continúan intactas.

Buena parte de los integrantes de las selecciones de México y Alemania que disputaron duelos a vencer o morir en los Mundiales de 1986 y 1998 se reencontraron, sólo que esta vez, en una cancha de pasto sintético y con el Centro Histórico de la capital como testigo.

Choque dividido en dos etapas. La primera, como remembranza de aquel juego de octavos de final en el estadio Universitario de San Nicolás de los Garza, Nuevo León, hace poco más de 31 años.

Esta vez no fueron necesarios los penaltis, pero los germanos volvieron a imponerse (3-1), gracias al doblete de Jürgen Klinsmann y un tanto más de Mathias Gerbert; por el Tricolor anotó Luis Flores.

Junto a él, mundialistas en México como Raúl Servín, Pablo Larios, Miguel España, Fernando Quirarte y Manuel Negrete deleitaron a los miles de aficionados en el Zócalo, que vivió otra fiesta.

La ansiada revancha llegó en el segundo tiempo. Diecinueve años después, algunos de los entonces dirigidos por Manuel Lapuente pudieron desquitarse —aunque fuera en un amistoso— de la caída en octavos de Francia 1998 (1-2).

Cuauhtémoc Blanco, Ricardo Peláez, Alberto García Aspe, Jorge Campos, Luis Hernández, Luis García, Ramón Ramírez y Pável Pardo, entre otros, superaron (2-0) al combinado teutón, encabezado por Lothar Matthäus, en el que también destacó Klinsmann.

Los goles de Ramírez y García dieron al Tri la victoria. Debido a que cada selección se llevó un choque, el trofeo debía ser dirimido en penaltis, mas los capitanes García Aspe y Matthäus optaron por que la copa fuera para ambos representativos. Fue una celebración.

Google News

Noticias según tus intereses