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Perder en JerryLand contra Tennessee 28-14 ante 90 mil 466 aficionados debería ser un pecado capital para Dallas, que gozó de una semana de descanso en la que se nutrió del talento del receptor Amari Cooper.

Pero no, aún son los mismos misteriosos y viejos Cowboys.

El equipo de la Estrella Solitaria se despojó de una primera selección del próximo Draft para conseguir un nuevo juguete para la ofensiva y despidió al entrenador de línea.

Garrett tiene una mediocre marca de 70-58 en nueve temporadas al frente de Cowboys, que acumulan dos triunfos en Playoffs desde que Troy Aikman dejó al equipo con tres Super Bowls.

Ya no son tiempos de Aikman, quien ahora critica a Garret y al dueño de Dallas, al decir que son una organización sin rumbo.

La ofensiva de los Cowboys ha anotado 20 puntos o menos en 12 de sus últimos 16 juegos. El personal está desperdiciando los años de contrato de novatos de sus mejores jugadores como Dak Prescott y Ezekiel Elliott.

El dueño, Jerry Jones, prometió, al terminar el juego, una extensión de contrato para el quarterback Dak Prescottt. Aunque el éxito por ahora no acompaña al jugador de tercer año.

Contra Titans, el lunes por la noche, desperdició darle ventaja a su equipo al ser interceptado al principio del partido y luego se atascó en la segunda mitad y no pudo movilizar el ataque.

Con derrotas espalda con espalda, los Cowboys son insípidos, aburridos, predecibles y deberían contemplar por varias horas si no es el momento de apretar el botón rojo para despedir a Garret o resignarse a terminar la temporada como otro equipo más.

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