Ese 19 de septiembre de 1985, después de darle muchas vueltas, me armé de valor. En cuanto viera a Eugenia en la prepa, le iba a pedir que fuera mi novia. Era puro trámite, ya hasta nos habíamos dado unos besitos en una fiesta de paga, de esas que se hacían en el Pedregal. ¿Qué podría evitar que Eugenia fuera mi primera novia? Tal vez sólo un terremoto. Esta es la historia. Texto: Horacio Rivera