Hace años comenzó a hablarse sobre la gran sopa plástica en el océano, cerca de la isla de Hawai en el Océano Pacífico. Millones y millones de desechos de plástico flotando y contaminando las playas y destruyendo la vida en el mar. Compuesta de pequeñas partículas plásticas o micropartículas que han ido concentrándose debido a los giros naturales en el océano, la gran sopa de plástico fue descubierta desde los años 80.

Sin embargo, con el paso del tiempo los científicos han descubierto más de estas “sopas de plástico”. La imparable descarga de desechos al mar que enviamos cada día los seres humanos ha hecho que el resto de los giros oceánicos existentes de forma natural, hayan concentrado a su vez, enormes cantidades de partículas de plástico, formando, por lo menos 5 “sopas plásticas” más. Apenas conocidos como los “5 giros de plástico”, estas cinco “islas” de residuos flotantes contaminan prácticamente todos nuestros océanos, poniendo en riesgo la subsistencia de la humanidad.

Cada año descargamos 8 millones de toneladas de plástico al océano. Botellas de bebidas embotelladas, popotes, bolsas y un sinfín de residuos hechos de plástico diseñados para ser utilizados una sola vez y luego desecharse. Nuestra cultura de consumo irrefrenable está poniendo en riesgo todo.

Quizá en los años 80 nadie habría pensado siquiera en la posibilidad de que el paraíso submarino pudiera terminarse y con ello amenazar nuestra propia subsistencia. Hoy esa es la realidad más cruda a la que se enfrenta la humanidad ante el cambio climático, la contaminación de los océanos y el rápido deterioro ambiental que vivimos.

Una gran parte del oxígeno del planeta se genera gracias al océano, la mayor parte del dióxido de carbono -principal causante del cambio climático- es absorbido por el océano. Nuestros océanos son pieza clave para mantener estable la temperatura del planeta a través de la lluvia que nos permite que el agua riegue la tierra sobre la que pisamos. En el océano habita la mayor cantidad de vida conocida. Sin agua, sin  los océanos, simplemente no hay vida posible.

Comemos, vaciamos y contaminamos el océano más rápidamente de lo que el ecosistema puede reponer. En 50 años hemos perdido más del 90% de los grandes habitantes del océano: sólo queda un 10% de los tiburones, un 5% del atún de aleta azul del Pacífico y un 5% del bacalao del atlántico. Todos ellos especies que, como parte de una cadena natural, valen más vivos que en nuestros platos.

Casi la mitad de los arrecifes de coral del mundo ha desaparecido a causa del blanqueamiento producido por el cambio climático y la contaminación de los océanos, contribuyendo al incremento en 500% de la existencia de zonas muertas en el océano. En 1975 sólo existía una zona muerta. En 2018 se contabilizaban más de 500.

¿Has pensado que responderás a tus hijos cuando te pregunten por qué no hiciste algo para cuidar al mundo que ibas a heredarles?

En tus manos también está la solución. Empecemos por un mundo libre de plásticos: busca los productos que contengan el mínimo de empaques y si los tienen procura que estos no sean de plástico. Di no al plástico de un sólo uso: botellas de bebidas, bolsas en la tienda o en el super, popotes, etcétera. Pequeñas acciones, sumadas por cientos y por miles contribuyen a disminuir el impacto al ambiente y además recuerda que nuestras acciones se pueden volver contagiosas.

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