Bajo la figura de un simpático Mickey Mouse, la película Fantasía de Disney cuenta la aventura del Aprendiz de Brujo. Filmada en 1940, Fantasía se convirtió en una película de culto y el aprendiz de brujo en su referente más conocido a nivel mundial. Sin embargo, la historia original no es de Disney, el “Aprendiz de Hechicero” fue escrito por Goethe en 1797.

El aprendiz se queda sólo en el taller. Cuando el Brujo sale y deja su gorro, el pequeño Mickey aprovecha la oportunidad para usar sus pocas habilidades y capacidades de hechicería para su beneficio propio: disminuir su carga de trabajo. ¿Quién no recuerda al pequeño Mickey con su sombrero de brujo agitando sus manos sin ton ni son para hacer que la escoba cobre vida y empiece a trabajar?

La escoba comienza a hacer lo ordenado: carga cubos de agua para llenar un pozo. Mickey se queda dormido y al despertar el taller está bajo el agua. Trata de detener a la escoba pero sus conocimientos son tan limitados que desconoce el hechizo para lograrlo.

Detrás de la historia del Aprendiz radica una crítica al poder, especialmente a un poder mal dirigido. En los últimos meses después de la elección del 2 de julio, los asuntos en la vida política del país parecen ir sin ton ni son. Una vez que el gobierno actual decidió claudicar antes de tiempo y al verse sólo, nuestra propia versión de Aprendiz de Brujo ha aprovechado estos meses para usar sus nuevos poderes.

Sin ton ni son, como en la historia Mickey, el Aprendiz agita sus manos para hacer que los miembros de su gabinete, los legisladores de Morena y su propio partido se pongan a trabajar. Pero sin objetivo claro, sin la capacidad suficiente las escobas siguen echando agua al pozo y éste ya empezó a llenarse.

López Obrador agita sus manos y las escobas se apresuran haciendo lo que pide, sin control, sin ideas claras, sin disciplina. Este proceso de transición 2018 ha tenido un viraje muy inquietante: desde el Plan de Paz y Seguridad presentado el día de ayer, pasando por la consulta del aeropuerto y las próximas consultas, hasta el libro infantil con cuentos de la vida de Andrés Manuel o sus declaraciones de “yo no me pertenezco, soy del pueblo” que recuerdan a Evita Perón  con su "Si este pueblo me pidiese la vida, se la daría cantando, porque la felicidad de un solo descamisado vale más que toda mi vida”.

Las promesas populistas son fáciles de hacer, especialmente en campaña. Sin embargo pueden conducir a una radicalización ideológica, sobre todo con subalternos dispuestos a hacer lo que se les pide pero sin ánimo de detenerse una vez que han probado la recompensa dulce del aplauso popular.

“¡Vieja escoba, sin demora toma tu traje harapiento! ¡Siempre has sido sierva, ahora cumplirás mi mandamiento!” reza el texto de Goethe mientras en el filme Mikey le da una vida que luego no es capaz de terminar.

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