De que las modas se ponen de moda, nada que decir pero sí mucho que hacer.

Como ustedes saben, no soy fan de las modas y mucho menos las sigo ni las fomento. Aunque debo reconocer que a veces leer o escuchar mucho de ciertas cosas me hace dudar y de pronto hasta pienso que hago mal las cosas porque no recomiendo algunas de las que veo en internet y en redes sociales que tienen muchísima respuesta. Este es el caso del carbón activado.

Mi primer contacto con esta sustancia fue hace muchos años, cuando mi mamá adorada me dejaba tener en mi cuarto de su casa un montón de peceras con muchísimas tortugas. Para mantener el agua limpia tenía un filtro y ese filtro usaba una esponja y una red con carbón activado. El agua sucia subía por un tubo, pasaba por la esponja y por el carbón y regresaba limpia al estanque. Debo reconocer que era muy impresionante lavar el carbón y ver todo lo que se quedaba ahí adherido. Ese es el fenómeno de adsorción (diferente al de absorción) en donde un sólido atrae y retiene en su superficie gas, vapor, líquido o moléculas de otras sustancias.

Esta peculiaridad del carbón activado ha hecho que se vuelva una herramienta o una alternativa clínica para casos de toxicidad con medicamentos o sustancias venenosas. Los médicos dan al intoxicado una dosis de carbón activado al que se le pega la sustancia dañina y después es evacuado en las heces. Este efecto está comprobado y es benéfico, no hay duda. Claro, esto sucede, en el mejor de los casos, una vez en la vida.

Ahora ¿qué pasa con las terapias alternativas de la nueva era que recomiendan el consumo de carbón activado de manera habitual? Que son un peligro.

Las promesas que uno puede escuchar en torno al uso de carbón activado es que desintoxican (sí, la moda détox de nuevo) el hígado, que desprenden no-sé-qué cosas del intestino, que dejan todo tu ser limpio y renovado. Todo esto es falso. No hay evidencia científica que compruebe lo anterior. Se sabe que en ciertos casos el carbón activado atrae las moléculas de colesterol y puede ayudar a su control, en casos extremos de gases puede ayudar pero fuera de eso, no hay nada probado.

Lo que sí está probado es que puede causar toxicidad; problemas de desnutrición porque así como se le pegan sustancias no deseadas, se le pueden pegar antioxidantes, vitaminas y minerales que sí necesitamos; problemas gastrointestinales por obstrucción y, la que podría ser la peor de las consecuencias, el carbón activado puede atraer a su superficie la sustancia activa de medicamentos que un paciente si necesita (para diabetes, hipertensión, depresión o cualquier otra enfermedad real).

Es por ello que yo, en mi sano juicio y alejada de modas no científicas NO RECOMIENDO el uso de carbón activado ni su consumo habitual. Ahora puedes encontrar helados, pizzas, panes, jugos, gelatinas, leches, aceite de coco y muchas cosas más adicionadas con este mineral. También en jabones, pastas de dientes y polvos. No los consuman, no se arriesguen (y mucho menos arriesguen a sus hijos o a los adultos mayores). Si quieren usar una mascarilla, adelante pero con relación a su consumo evítenlo.

Siempre será mejor comer, dentro de lo posible, lo mejor posible. Sí, aunque suene a error de redacción (no lo es) y dejemos de pensar que debemos limpiar nuestro cuerpo de todo lo malo que nos ataca todo el tiempo. Para desintoxicar y limpiar tenemos un hígado, unos riñones, una piel y mucho sudor que nos ayudan todos los días. A esos sí hay que cuidarlos, pero como debe ser: comiendo frutas y verduras, bebiendo agua sola y haciendo ejercicio no con sustancias extrañas que no son lo que nos han dicho que son ni hacen lo que nos dicen que hacen.

Google News

Noticias según tus intereses