Muchas veces pensamos que mientras más esfuerzo nos tome y más complejas sean las situaciones que tengamos que resolver para llegar a un objetivo, mejor sabor va a tener  una vez que lo alcancemos. El clásico No pain no gain en cualquiera de las actividades o presentaciones. Hay una gran diferencia entre esfuerzo y sacrificio, o ganas  y dolor.

Un esfuerzo requiere salirse de la zona de confort, pero no necesariamente romperse la cabeza o implementar métodos que compliquen más la tarea. No tiene mayor valor por ser más complicado, al contrario, mientras mantengamos las cosas simples será menos probable que  perdamos el foco y la concentración.  Lo que pasa cuando queremos hacer mucho en poco tiempo o bien, todo a la vez, es que nos desenfocamos y eventualmente abandonamos porque el proceso resulta demasiado abrumador.

Si para la semana que llevamos haciendo las tareas empezamos a poner pretextos para no hacerlas, podemos preguntarnos ¿qué tareas en el proceso no son tan importantes? O ¿cuáles tareas puedo simplificar?  También sucede que la rutina diaria interrumpe las nuevas rutinas, y lo que podemos hacer es priorizar. Las tareas que aporten en primer nivel al objetivo las dejamos, las que aporten en un segundo nivel las ponemos a consideración. Modificar las rutinas no significa que las vayamos a perder o que no las podamos retomar eventualmente. Solamente se trata de priorizar las necesidades para cuando tengamos tareas especiales.

Antes de abandonar nuestro objetivo por sentirnos demasiado abrumadxs optemos por la flexibilidad de nuestras rutinas para ajustar actividades que permitan seguir en el camino sin abandonarlo. La vida de por sí es compleja para que además nosotrxs lo hagamos más. Si nos quitamos de la cabeza que mientras más doloroso, sacrificado  y complejo sea el proceso va a ser mejor, y lo cambiamos por procesos más simples seguro que será más disfrutable.

Twitter @reginakuri

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