En 2015, los legisladores del Partido Verde Ecologista de México consiguieron modificar la Ley General de Vida Silvestre, a fin de que se prohibiera usar a animales en los espectáculos de los circos.

Y sin embargo, a esos mismos que se adornaron diciendo que lo hacían para proteger a los animales, no los hemos escuchado protestar por las corridas de toros y las peleas de gallos y de perros, ni los hemos escuchado hacer ningún esfuerzo por mejorar las terribles condiciones de la cría de aves, vacas y cerdos, ni por las maneras de matanza en los rastros, ni por la manera en que tienen a los animales en los comercios donde los venden e incluso en los zoológicos, ni por acabar con costumbres populares en las que maltratan brutalmente a los animales, como la que se lleva a cabo con los chivos en Tehuacán, Puebla o con animales pequeños en Izamal, Yucatán o con toros en varias zonas de Veracruz, ni insistir en que se castigue a quienes lastiman a perros y gatos, caballos y burros, los abandonan en azoteas y basureros o los mantienen todo el tiempo amarrados a un poste. Y es que, por lo visto, no se atreven a tocar a los grandes intereses económicos o a las costumbres sociales.

Y en lo único en que sí se metieron para simular interés, el resultado fue desastroso: leones, tigres, jirafas, elefantes y serpientes fueron abandonados, sacrificados o vendidos a cualquiera que los quisiera. De entre estos últimos, están los que un señor de nombre Eduardo Serio, que se presenta a sí mismo como amante y defensor de los grandes felinos, afirma haber adquirido para rescatarlos, llevándolos a un terreno en la alcaldía Tlalpan y pidiendo donativos para su manutención.

Sin embargo, no parece que haya utilizado el dinero con ese fin, pues el descuido, hambre y maltrato en que se encontraban los animales, motivaron denuncias que llevaron a la intervención de la autoridad para clausurar el lugar.

Hasta aquí, es evidente que hay al menos tres responsables de esta situación: los del partido verde, el señor Serio y la Alcaldía Tlalpan, que por lo visto nunca se enteró de lo que estaba sucediendo (o hizo como que), siendo que desde 2015 allí estaba ese “refugio”, precisamente en los tiempos en que la gobernó Claudia Sheinbaum.

Pero para el propietario del lugar, el verdadero culpable son los medios de comunicación. Siguiendo la lección aprendida del Presidente, según la cual lo grave no es lo que sucede sino que alguien lo cuente, los acusó “de hacer mierda su trabajo”. Ese sí que es el colmo del cinismo, porque quien hizo mierda de los pobres animales fue él.

Hace algunos años denuncié en este espacio al rejoneador Emiliano Gamero por golpear brutalmente a su caballo. Lo he hecho también con niños y adultos que maltratan animales y a quienes testigos acusan. Y con los diputados que legislan al vapor y le hacen más daño que bien a los animales. Hoy denuncio frente a la opinión pública a la delegación Tlalpan por haber permitido esto y señor Eduardo Mauricio Moisés Serio por haber mentido diciendo que iba a rescatar a los felinos. Esto no lo digo yo, ni los malvados medios de comunicación, sino organismos de prestigio internacional como PETA y Wild Welfare que “han criticado al santuario Black Jaguar White Tiger por explotar y maltratar a los animales” y como la Global Federation of Animal Sanctuaries que no aceptó acreditar al dizque santuario de este señor.

Escritora e investigadora en la UNAM
sarasef@prodigy.net.mx

 

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