El proceso de selección de las personas que serán candidatas a puestos de elección popular sigue avanzando, tanto en el frente del partido gobernante como en el de la alianza opositora. Sin embargo, lo que brilla por su ausencia son las propuestas que deberían haber presentado los aspirantes antes de haber sido seleccionados para competir en la contienda partidista del 2024.

Se trata de una verdadera burla hacia la ciudadanía, puesto que los partidos nos ofrecen “productos empaquetados” que suelen ser presentables por fuera, pero respecto a los cuales uno ignora del todo lo que puede haber adentro. Sabemos los nombres de las personas seleccionadas a tal o cual cargo público, pero no sabemos qué piensan hacer si resultan electas, cómo perciben los problemas del país o al menos de su entidad federativa, de qué manera consideran que se deben enfrentar los graves rezagos que se padecen en la República, etcétera.

Cada vez es más evidente que tenemos una democracia sin contenidos, en la que lo que menos importa es tener ideas y propuestas. Basta con sonreír para la foto, decir ante los medios dos o tres sandeces, tener cuentas activas en las redes sociales y listo: ya con la bendición cupular puede usted presentarse a la contienda electoral con todo preparado para seguir engañando a la gente. Y dentro de tres años, a empezar de nuevo.

Desde la óptica ciudadana nos toca hacer la tarea que la clase política se niega a realizar o quizá no sabe cómo hacerlo: elaborar una serie de diagnósticos nacionales que nos permitan tener claridad sobre los temas que se deben abordar por los futuros gobiernos, así como diseñar una serie de propuestas para que en la medida de lo posible podamos hacérselas llegar a los candidatos y eventualmente puedan servir para alimentar las agendas gubernamentales del mañana.

Entre las áreas de mayor preocupación, la que está en la parte de arriba de las prioridades ciudadanos es la inseguridad pública que se vive en una parte importante del país, aunque en este tema hay grandes asimetrías locales, dependiendo del lugar de la geografía nacional que queramos analizar. No es lo mismo Campeche que Tamaulipas, así como no es lo mismo Yucatán que Guanajuato o la Ciudad de México y Zacatecas. La respuesta gubernamental a la criminalidad ordinaria y a la criminalidad organizada ha sido muy deficiente, fragmentada y poco eficaz. Hay que diseñar una estructura estatal de combate al delito que se manifieste en diversos focos de impacto: desde la tarea inatendida de la prevención de los hechos delictuosos hasta el tema (olvidado) de los reclusorios, pasando por la revisión del trabajo de las fiscalías y de los poderes judiciales.

Otro tema que debe ser prioritario tiene que ver con la capacidad estatal para hacer efectivas las disposiciones constitucionales en materia de derechos humanos. La Constitución mexicana (y también los tratados de derechos humanos en la materia) establece un muy sustantivo catálogo de derechos de todas las personas, pero en su mayor parte quedan severamente limitados por instituciones estatales que están claramente rebasadas y que se han ido quedado poco a poco obsoletas. Tal es el caso de los derechos a la educación, a la salud y a la vivienda. De hecho, en materia educativa ni siquiera contamos con diagnósticos confiables que nos permitan saber si nuestras niñas y niños están o no aprendiendo y si ese aprendizaje es de la calidad que hoy en día se requiere para poder enfrentarse de manera solvente con el mundo moderno y sus muchos desafíos. En el tema de la salud la situación es quizá incluso peor, pues el modelo del gobierno federal mexicano ha venido dando tumbos a lo largo de la presente administración, entrando en una espiral de decadencia de la que va a ser muy difícil salir pronto.

No es fácil gobernar a un país del tamaño de México, con los rezagos existentes y con zonas del territorio que están bajo la amenaza efectiva del crimen organizado. No se requiere solamente lealtad a cierto proyecto de gobierno. Se requiere sobre todo capacidad, ideas y proyecto. Es decir, se requiere todo aquello que todavía no hemos visto en los proclamados candidatos y candidatas.

Abogado constitucionalista. @MiguelCarbonell

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