Uno de los principales focos de atención de los analistas de la economía mexicana del sector privado, es cuándo disminuirá el Banco de México su tasa de interés de referencia. Como se recordará, después de señalar a lo largo de varios meses que esta se mantendría en 11.25% “durante un periodo prolongado”, en su reunión de noviembre de 2023 el Banco modificó su guía prospectiva de política monetaria, especificando que la tasa seguiría en ese nivel durante “cierto tiempo”. Los analistas interpretaron este ajuste como un mensaje de que la tasa de referencia disminuiría en el primer trimestre de 2024.

En su decisión de política monetaria del pasado 14 de diciembre, el Banco Central ajustó al alza sus pronósticos para la trayectoria de la inflación y adoptó una posición más cautelosa. En virtud de lo anterior, resultaba importante esperar la Minuta de la citada reunión, publicada el 4 de enero, para evaluar con bases más firmes si se justificaría modificar las expectativas para la evolución de la tasa de referencia.

La más reciente encuesta sobre las expectativas del sector privado para la economía mexicana es la publicada por Citibanamex el 5 de enero de este año. Es decir, la encuesta ya debería tomar en cuenta la información derivada de la Minuta de la más reciente decisión de política monetaria.  De los 29 analistas encuestados, 27 esperan una disminución de la tasa de referencia durante el primer trimestre de 2024 y solamente 2 anticipan que dicha reducción tendrá lugar en el segundo trimestre. ¿Es esta una conclusión incuestionable de la citada Minuta? No lo creo.

En resumen, dos de las personas integrantes de la Junta de Gobierno del Banco Central manifiestan en ese documento, su disposición a discutir la posibilidad de una disminución de la tasa de política monetaria, que probablemente apoyarían, en las reuniones del primer trimestre, que tendrán lugar en febrero y marzo. Otra considera que dicha evaluación puede tener lugar al final del primer trimestre o durante el segundo, pero condiciona un movimiento en esta dirección a que los riesgos al alza para la inflación no se materialicen, que cesen las presiones sobre la inflación subyacente, que la inflación se ajuste a la trayectoria pronosticada y que las expectativas de inflación a 12 meses sigan disminuyendo. Otra más opina que en un entorno complejo e incierto, las decisiones de política monetaria deben depender de los datos, por lo que es indispensable mantener diversas opciones sobre la mesa. Finalmente, la última argumenta que la tasa de referencia podría permanecer en su nivel actual por más tiempo del que esperan los mercados, y que debe seguirse una postura basada en los datos que permita flexibilidad.

En otras palabras, si bien la Minuta no excluye la posibilidad de una disminución de la tasa de referencia durante el periodo enero-marzo, la perspectiva es nebulosa, ya que tres integrantes de la Junta de Gobierno condicionan su decisión a la información que se vaya publicando. Bajo estas condiciones, llama la atención la manera tan generalizada en que los analistas proyectan la reducción de dicha tasa en el primer trimestre.

La situación resulta aun más peculiar si se considera que, en promedio, los analistas proyectan escenarios para la inflación para finales de este año y el siguiente por encima de los pronosticados por el Banco de México. Es decir, suponen que algunos o todos los riesgos al alza para la inflación que contempla el Banco se van a materializar, lo que no haría aconsejable disminuir la tasa de interés en el primer trimestre. De hecho, a lo largo de los próximos dos años, los analistas prevén una disminución agresiva de la tasa de interés de política monetaria, a pesar de que no anticipan la convergencia de la inflación a la meta de 3%.

¿Por qué se da esta aparente contradicción? Existe una variedad de posibles explicaciones que, de hecho, pueden cambiar de un analista a otro. Una posibilidad es que los analistas simplemente estén adivinando lo que va a hacer el Banco de México con base en los mensajes de la institución, aunque consideran que esa postura monetaria no es congruente con la trayectoria de la inflación publicada por el Banco Central. Otra posibilidad es que algunos analistas estén fomentando una narrativa de recortes a la tasa de interés en el muy corto plazo, como una forma de ejercer presión sobre la institución.

Naturalmente, el Banco de México debe tomar sus decisiones de política monetaria con base en lo que considere necesario para cumplir con la meta de inflación, independientemente de la interpretación que se haga de sus mensajes o de potenciales presiones en los mercados. Pero también es cierto que la situación actual pone en evidencia que la Junta de Gobierno debería considerar cuidadosamente los retos que enfrenta su guía prospectiva, en una situación de tanta incertidumbre y de discrepancias marcadas de sus integrantes sobre el curso futuro de la política monetaria.

Por su parte, los analistas, al evaluar la posibilidad de ajustes de la tasa de referencia, para evitar sorpresas desagradables deberían tratar de guardar una mayor congruencia con sus propias proyecciones. Lo anterior es particularmente importante, tomando en cuenta que no existe un compromiso de la Junta de Gobierno de reducir la tasa de interés en el primer trimestre, y que lo que la Minuta sugiere es que la decisión dependerá de lo que se considere conveniente con base en la información disponible en ese momento.

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