Explosivas revelaciones bajo la forma de libros continúan sacudiendo los convulsos días finales del sexenio de Andrés Manuel López Obrador.

Recién sale de la imprenta el del director fundador de Reforma, y actual director de Código Magenta, Ramón Alberto Garza: “Dinastías, dos familias, una nación. Los Echeverría y los Salinas: los clanes que se disputan el control de México” (editado por Planeta), en el que el periodista regiomontano traza un panorama “de lo que ha ocurrido tras bambalinas en la escena política de México”, desde el 68 hasta la llamada Cuarta Transformación.

Relata Garza que desde Echeverría hasta López Obrador vivió en carne propia “las glorias y los infiernos de cada presidente”.

El periodista regiomontano cuenta que durante el primer año de gobierno solía desayunar a solas, en su despacho de Palacio Nacional, con el presidente López Obrador. “Como amigo y periodista”, dice, AMLO le había encargado que le hablara sin cortapisas de todo lo que pudiera dañar su reputación, así como la imagen de su gobierno, incluido lo que se dijera de sus hijos.

En uno de esos desayunos, Garza le presentó al mandatario expedientes armados en Estados Unidos que revelaban el supuesto historial de corrupción de su primer director de Aduanas, Ricardo Peralta, quien, dice Garza, había convertido puntos fronterizos y marítimos “en un jugoso negocio que era entregado al mejor postor”: Peralta vendía las aduanas “por donde entran y salen mercancías, de importación y exportación, incluyendo drogas y los precursores químicos para el mortal fentanilo, además de un descomunal contrabando de combustibles”.

Al terminar el desayuno AMLO cesó al funcionario. La mala noticia fue que lo colocó como subsecretario de Gobernación porque, aseguró, Olga Sánchez Cordero se lo había solicitado.

Afirma el periodista que al siguiente desayuno con el presidente Peralta ya estaba pactando a espaldas de AMLO y de Sánchez Cordero “arreglos económicos con el Sindicato de Electricistas, con los paramilitares de las autodefensas de Tamaulipas y Michoacán y con los más poderosos propietarios de casinos en todo el país”.

“Ten cuidado presidente… se puede convertir en el García Luna de este sexenio”, le dijo Garza al mandatario.

Peralta fue retirado también de Gobernación, “pero nunca de la primera fila de las concentraciones de Morena, primero apoyando a Adán Augusto López y luego a Claudia Sheinbaum”.

Cuenta Ramón Alberto Garza que en otro desayuno presentó al mandatario, video en mano, las pruebas de que, como condición para pagarle una licitación que había ganado, “un funcionario mayor” le estaba cobrando al proveedor 15% del total del contrato, porcentaje que debía ser entregado en dólares.

El contratista le había pedido a Garza que le presentara el video a AMLO, y le asegurara que estaba dispuesto a convertirse en testigo protegido. “La evidencia era demoledora, contundente”, escribe.

López Obrador le dijo que no podía convertir al contratista en testigo protegido, “porque la FGR es independiente”.

Hubo un silencio que duró cerca de un minuto.

“¿Estás hablando en serio, presidente?”, le interrogó Garza.

AMLO guardó silencio.

“Ya entendí, presidente. Ya entendí”, le dijo el periodista, quien cuenta que se levantó de la mesa con el desayuno a medio terminar, esperando aún que el hombre que llegó al poder prometiendo desterrar la corrupción dijera algo. Pero solo hubo silencio. ¿Quién era el “funcionario mayor” que habló con el contratista, y cuyo enviado fue grabado llevándose maletas con dólares, de acuerdo con el video que se encuentra en poder de Garza? El periodista dice que ha decidido guardar su nombre de momento, para no poner en riesgo al contratista —quien habría pagado por adelantado a su propio proveedor, confiado en que el monto de la licitación se pagaría en el plazo acordado y buscaba, “no entrar en el juego perverso de la corrupción” sino “recuperar lo que ya había pagado”.

Según Ramón Alberto Garza, el caso de Ricardo Peralta no terminó con su remoción ni con su incorporación al grupo de operadores de Claudia Sheinbaum: tiene posibilidades de explotar tarde o temprano porque entraña investigaciones realizadas por el gobierno de Estados Unidos en las que aparece el líder nacional de Morena, Mario Delgado, quien habría recibido financiamiento ilícito producto del huachicol por parte del empresario Sergio Carmona –asesinado en noviembre de 2022—, y en las que figura también el financiamiento a los gobernadores de Tamaulipas y Sinaloa, Américo Villarreal y Rubén Rocha Moya.

Un negocio que comenzó en la aduana de Reynosa, permitiendo el paso al contrabando de combustible adquirido en refinerías de Estados Unidos, dio lugar al millonario financiamiento de campañas políticas de Morena en Nayarit, Michoacán, Baja California, Baja California Sur, Zacatecas y Campeche.

La aparición del libro, por cierto, coincide con la recomendación hecha por el presidente López Obrador, de que el problema de Mario Delgado “lo resuelva él”.

Un ladrillo más en la construcción del inmenso escándalo de corrupción que acompaña el sexenio de AMLO.

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