Una de las medidas internacionales para medir la violencia en una región o país es la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes que según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, 2013) es uno de los indicadores más completos, comparables y precisos para medir este problema, pues como este mismo organismo señala, el impacto de los homicidios dolosos no se limita a la pérdida de vidas humanas también genera un entorno de miedo e incertidumbre. En este sentido, la violencia en México se ha incrementado en los últimos 10 años desde la puesta en marcha de la estrategia de seguridad denominada “Guerra contra el Narcotráfico”, la cual consistió esencialmente en el confrontamiento directo de las fuerzas armadas contra los grupos del crimen organizado, lo que provocó un incremento de los homicidios dolosos particularmente en algunas entidades y municipios del norte del país.

Este aumento de la violencia se vio reflejado en el incremento de las tasas de homicidios dolosos en México a partir de 2007 hasta llegar a una tasa de 19.75 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes en 2011 que fue seguido por un breve periodo de reducción entre 2012 y 2014, para posteriormente volver a incrementarse hasta llegar a 2016 a una tasa de 17 homicidios por cada 100 mil habitantes según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP, 2017). Sin embargo, al interior del país las tasas de homicidios dolosos muestran grandes diferencias por regiones y municipios.

Por su parte, uno de los indicadores más utilizados para medir la desigualdad de ingresos al interior de los países es el índice de Gini, el cual mide en qué grado la distribución de los ingresos entre individuos u hogares se desvía de una distribución perfectamente igual, en donde un índice de Gini cercano a cero representa mayor igualdad y un índice cercano a 100 implica mayor desigualdad. En este sentido según datos del Banco Mundial (2017) el índice de Gini en México prácticamente se ha mantenido estable después de que pasara de 46 en 2004 a 48 en 2006 con ligeras variaciones hasta 2014.

Por tanto, en una primera mirada pareciera ser que el incremento de la violencia en México a partir de 2007 no se relaciona con un incremento de la desigualdad de ingresos, puesto que en términos nacionales el índice de Gini se ha mantenido estable durante el peor periodo de violencia en su historia reciente de México. No obstante, tal y como lo señala el estudio Income inequality and violent crime: Evidence from Mexico´s drug war del Banco Mundial (2014) esta aparente discordancia entre ambos fenómenos a nivel nacional parece no existir a nivel municipal, pues este estudio encuentra una correspondencia entre los municipios con menor grado de desigualdad y con menores tasas de delincuencia para el periodo 2005 a 2010.

No obstante, la relación entre la desigualdad y violencia puede tener efectos mixtos: por un lado, la violencia puede reducir la desigualdad de una región al provocar la migración de la población con mayores ingresos y permanecer la población con menores recursos dados los altos costos que puede implicar la migración; por otro lado, el incremento de la desigualdad puede aumentar los beneficios de la criminalidad y el descontento social lo que resultaría en un crecimiento de la violencia. Por tanto, el estudio del Banco Mundial (2014) se dio a la tarea de verificar cuál de estas relaciones fue la que pesó más en México particularmente durante el incremento de la violencia en la denominada “Guerra contra el narcotráfico”.

A partir de datos municipales que abarcaron un periodo de 20 años (1990-2010) el estudio del Banco Mundial (2014) trató de aislar el efecto que tuvo la desigualdad de ingresos en los niveles de violencia, concluyendo que durante el periodo 2005 a 2010 un incremento de un punto en el coeficiente de Gini resultó en un incremento de más de 5 homicidios por cada 100 mil habitantes a nivel municipal, y al diferenciar por tipos de delitos se encontró que un incremento de un punto en el coeficiente de Gini provocó un incremento de más de 10 homicidios relacionados con las drogas por cada 100 mil habitantes en los municipios de México.

Este trabajo explica que el hecho de que se encontrara esta relación durante la denominada “Guerra contra el Narcotráfico” y no antes se debe a que durante este periodo hubo una disminución de los costos de la criminalidad provocada por la expansión de los grupos criminales que se combinó con el aumento de la desigualdad, lo que resultó en un incremento de los beneficios netos esperados de la criminalidad después de 2005.

Por tanto, ante el clima actual de violencia e inseguridad por el que atraviesa el país, la expansión de los grupos criminales y una política de seguridad que se ha enfocado en los últimos 10 años en atacar las consecuencias de la violencia sin que hasta la fecha se tengan los resultados esperados, resulta pertinente repensar las estrategias de seguridad hacia políticas económicas y sociales que reduzcan los beneficios de la criminalidad y las brechas entre los distintos grupos poblacionales, tales como la desigualdad en sus diferentes aristas, la pobreza y el desempleo entre otros factores estructurales, pues como las estadísticas oficiales señalan lejos de disminuirse la tasa de homicidios dolosos esta se ha incrementado particularmente en los últimos tres años.

Referencia:

SESNSP (2017). Incidencia delictiva del fuero común a nivel nacional y estatal. Secretaria Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Disponible en:

UNODC (2013). Global Study on Homicide. United Nations Office on Drugs and Crime. Disponible en:

World Bank (2014).  Income Inequality and Violent Crime: Evidence from Mexico’s Drug War. Disponible en:

World Bank (2017). World Bank Open Data. Disponible en:

Oscar Rodríguez Chávez

Investigador del Observatorio Nacional Ciudadano

@RdCh85 @ObsNalCiudadano

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