Quiero comenzar aclarando que el título de este artículo ya había sido pensando con anterioridad, se encontraba dentro de una terna de posibles temas que se podrían tratar en el presente artículo y sería utilizado si la tendencia de las cifras de incidencia criminal seguía al alza. En este tenor, el 21 de septiembre salió la información más reciente sobre delitos y se confirmó lo que se venía percibiendo, la Ciudad de México enfrenta una fuerte crisis de seguridad. No obstante, a pesar de la importancia del tema, la actual crisis de seguridad de la ciudad pasa a segundo plano al considerar los acontecimientos más recientes, obviamente me refiero al sismo del pasado 19 de septiembre, que le ha sumado a la crisis de seguridad, una crisis de pérdidas humanas, de pérdidas materiales, incluso de incertidumbre y miedo generalizado, pero jamás de espíritu.

En lo personal el término crisis es de los que más me apasionan, puesto que, como un fiel creyente de la existencia de ciclos hegemónicos y ciclos económicos, la crisis para mí siempre ha representado algo: cambio. Me explicaré con ejemplos: a finales del siglo XIX el sistema financiero internacional, que descansaba sobre lo que se denominaba patrón oro, cayó en crisis y con él el que en ese tiempo era el Estado hegemónico, es decir Gran Bretaña, para no aburrirlos con cuestiones técnicas ni excesivos datos históricos, adelanto el desenlace de la historia, el sistema financiero internacional sobrevivió la crisis pero tuvo que cambiar su estructura y al Estado que lo controlaba, tras dos guerras mundiales se adoptó lo que se conoció como patrón dólar-oro y Estados Unidos asumió el sitio de Estado hegemónico que había dejado vacante Gran Bretaña. El segundo ejemplo se desarrolla en los años 20, justamente en Estados Unidos, quien, después de que Europa quedara devastada tras la Primera Guerra Mundial, tuvo un gran auge económico que vino junto con una brutal especulación financiera, desencadenando en una de las mayores crisis en la historia del capitalismo, la denominada Gran Depresión, la solución a la crisis fue literalmente un cambio de modelo económico y político (el keynesiano) que no sólo permitió la recuperación sino también la consolidación de Estados Unidos como potencia mundial. En ambos casos la crisis representó oportunidades de cambio, de repensar lo establecido, preguntarse si en realidad funcionaba y ante la respuesta negativa, transformarlo y hacerlo andar.

Albert Einstein incluso veía a la crisis como una bendición, porque la crisis trae progresos, argumentaba que en la crisis nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias, bajo la misma tónica, el célebre economista Joseph Schumpeter creía que era en los momentos de crisis cuando surgía el empresario innovador, quien ante la falta de recursos inventaba algo fuera de lo establecido y generaba lo que denominaba destrucción creativa, que no era más que la sustitución de todo lo obsoleto por lo innovador, dicha innovación generaba un auge que prevalecía hasta que el ciclo volvía a caer en depresión y se repetía el proceso.

A lo que voy con todo este pseudo marco teórico sobre la crisis es que una ciudad en crisis, también significa una ciudad llena de oportunidades, una ciudad donde se puede generar el cambio, donde se dan las circunstancias idóneas de pensar lo establecido, de reconstruirlo. Tras el sismo surgió una ola impresionante de ayuda, de buenas intenciones, de donaciones, pero también continuaron los robos, los políticos aprovechados y los circos mediáticos, lo que demuestra que por más que “seamos más los buenos” eso no va a desaparecer a los que dañan el país. Si en verdad queremos desaparecerlos, no hay otra opción más que organizarnos y es justo la crisis y la destrucción, el caldo de cultivo ideal para hacerlo, para fortalecernos como sociedad civil, pedir rendición de cuentas, generar un mayor nivel de gobernaza e involucrarnos más como sociedad.

La crisis significa cambio, pero ningún cambio social ocurre por sí solo, nosotros debemos incentivarlo y orientarlo para que lo resultante sea mejor, para crear algo que funcione, al respecto, el primer paso se ha dado, queda en nosotros seguir dando los demás. Y si bien los millennial nos hemos reivindicado ante la sociedad mexicana posicionándonos como una generación que puede levantar al país, sólo me queda advertir que lo que levantemos no será igual a lo derrumbado.

Con relación a la crisis de seguridad que vive la Ciudad de México, el Observatorio de la Ciudad de México (OCMX) en las próximas semanas saldrá a conferencia de prensa para tratar el tema, porque son cuestiones que independientemente del contexto, no se pueden pasar por alto.

Para finalizar dejo un fragmento de la disertación de Einstein acerca de la crisis:

“Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla”.

Javier Alejandro Corzo Tellez.

Investigador del Observatorio Nacional Ciudadano.

@corzo_t   @OCMXsegura   @ObsNalCiudadano

Cabe aclarar que en el imaginario cultural dicha disertación se le atribuye a Einstein, sin embargo, no hay forma de corroborarlo.

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