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“¡Tía estás bien! ¡Tía!”, abrazó ese cuerpo frágil de 92 años que estaba entre los escombros de su casa y la cargó para sacarla.

La respuesta de Benita Ruiz fue apretar con la poca fuerza que le queda y rasguñar a su sobrino Felipe Martínez, el tapicero de la colonia que ahora es conocido como “El topo juchiteco”.

“¡Auxilio¡ ¡Ayuda!”, gritó Belvina Toledo, sobrina de Benita, quien vive enfrente.

“¡Mi tía está adentro, sáquenla!”

En bóxer y descalzo, Felipe corrió a casa de su tía para meterse a rescatar a Benita.

El sobrino la encontró encogida, sobre los escombros. Ahí, acostada sobre un catre.

Sacudió todos los escombros que entrecubrían el cuerpo de casi 100 años que aguantó los golpes del derrumbe causado por el sismo.

“No sé ni cómo, pero en bóxer y descalzo entré corriendo. La agarré, la toqué, la levanté y se movió. Sabía que aún estaba convida”, explica.

La casa de Benita se derrumbó en la calle Moctezuma de la Octava Sección, en Cheguigo.

Ahí, donde los hombres se han armado con palos, machetes y pistolas para cuidar que no se metan a robar a las casas.

Por las noche ponen barricadas y están atentos a que nadie pase. Después de las 23:00 horas, la calle se cierra a toda persona ajena.

Antes de correr a casa de su tía, Felipe tomó a sus dos hijas y a su esposa para ponerlas a salvo de la sacudida de 8.2.

“Cuando sentí el temblor agarré a mi hija, a mi esposa que estaba en la amaca con mi hijo y nos colocamos en la puerta. Vi que todo empezó a caerse y escuché gritos de una señora, nunca imaginé que fuera mi tía”, narra.

No recuerda bien cómo llegó hasta adentro para salvar a Benito, pero lo que no se le olvida es la posición en la que la encontró acostada y con escombros encima.

En ese momento Cándida Ruiz, hija de la anciana de 92 años, se encontraba en el baño que está en la parte externa de la casa. Al sentir el temblor y ver cómo caían las paredes sobre su madre, entró en shock. Se puso muy mal sin saber qué hacer. Benita salió con heridas y con manchas de sangre en su cuerpo. Fue llevada a casa de un familiar para recostarla en la amaca.

Cándida dice que es un milagro que aún siga con vida la mujer que le dio la vida.

“No entiendo cómo es que a mi mamá no le pasó nada, sentí que no viviría, pero todo fue un milagro”, comenta mientras cuida de ella en esa amaca roja.

Mientras tanto, Felipe, “El Topo Juchiteco”, se prepara para salir a la calle, colocar la barricada junto con los vecinos y cuidar a machete y palo el patrimonio de todos los que habitan la zona, porque no permitirán que nadie se aproveche de la desgracia para despojarlo de lo que les ha costado mucho trabajo.

“Aquí estamos para defender nuestras cosas, nuestro patrimonio, a nuestras familias y evitar que extraños entren aquí a quitarnos nuestras cosas”, advierte mientras convive con sus tías.

Esa situación de inseguridad se vive en otras colonias que también han optado por colocar barricadas. A la luz de fogatas vigilan toda la noche para impedir que ingrese alguien extraño porque se dice que “están robando también a niños”.

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