Cada lunes, un cuarto con paredes blancas se convierte en un aula destinada a enseñar joyería a mujeres sordas; el fin es que vendan los productos que hacen a mano y con ello empoderarse. Rosalinda es la profesora y la primera en llegar, viste una blusa color verde con la leyenda “Lengua de Señas Mexicanas (LSM)”, y explica que perdió el sentido del oído cuando tenía tres meses de nacida, tras una otitis y un medicamento que le fue mal aplicado.

A los pocos minutos suena un timbre, al tiempo que una luz parpadea para que Rosalinda sepa que alguien espera en la puerta. Son Lillian, Gabriela, Elsy, Martha y Victoria, quienes forman parte de los 2.4 millones de sordos que habitan el país y de los 304 mil 758 que no cuentan con recursos económicos propios, según la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2014.

El punto de reunión es la sede de INCLUSOR A.C. Centro para la Inclusión Social del Sordo, proyecto a cargo de Ibis Hernández y Haydée Torres, cuyo objetivo es coadyuvar a la inclusión social de las personas sordas.

Gabriela, Elsy y Martha nacieron sordas; en el caso de Lillian y Victoria, el silencio llegó a sus vidas cuando aún eran bebés; en la primera, por paperas; en la segunda, por una infección en el estómago.

Jacqueline Guadalupe Vázquez Ramírez, especialista en otorrinolaringología y cirugía de cabeza y cuello del Hospital General de Zona 32 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), comentó a EL UNIVERSAL que perder la audición es más sencillo de lo que parece, una gripe mal cuidada, diferentes tipos de infecciones, el uso de algunos fármacos y complicaciones de otitis pueden ser el detonante de una discapacidad.

El oído se divide en externo, medio e interno y las infecciones pueden ocurrir en estas partes del órgano. La otitis externa generalmente es secundaria a infecciones adquiridas en albercas; la media es consecuencia de infecciones de la nariz y puede convertirse en una afección crónica. Para tratarla se usan antibióticos vía oral por entre 14 y 21 días.

Existen complicaciones de las otitis como la mastoiditis, que es una infección en la región posterior del oído a nivel del hueso mastoides, y cuyos síntomas comunes son dolor detrás de la oreja, inflamación y enrojecimiento, y si no se atiende puede causar sordera.

El daño más severo de las otitis es la hipoacusia, que es la pérdida de la audición, la cual puede presentar síntomas como vértigo, zumbidos o sensación de oído tapado y dolor u otalgia.

Los medicamentos también pueden provocar problemas auditivos, éstos se conocen como ototóxicos y existen dos tipos: cocleares o vestibulares, estos últimos son los que causan vértigo o pérdida de equilibrio.

La especialista explicó que la limpieza de los oídos no es necesaria, porque el órgano cuenta con un sistema de auto higiene, “introducir objetos como hisopos, pasadores, llaves o lápices puede perforar el tímpano y provocar una infección”.

Afectaciones genéticas

Ningún familiar de estas mujeres emprendedoras es sordo, pero ellas saben que en ocasiones los genes pueden provocar sordera.

Por ejemplo, puede no formarse el pabellón auricular y sólo existir el orificio del oído externo, pedazos del lóbulo o que el oído esté tan pequeño (microtia) que a causa de ello se desarrolle una hipoacusia severa.

María del Refugio Rivera, especialista en genética y adscrita al Hospital General de México, mencionó que hay diferentes grados de la pérdida de audición: leve, moderada, severa o profunda.

Estos defectos en los órganos sensoriales son los más frecuentes y ocurren en uno de mil recién nacidos. De esa cifra, 50% presenta sordera por causa genética, porcentaje del cual existen casos en los que únicamente hay un defecto a nivel del oído que conlleva la imposibilidad de escuchar. A esto se conoce como sordera no sindrómica.

Discapacidad

En cuatro horas, las mujeres cortan alambre, lo moldean, decoran con pedrería y así dan forma a collares, anillos o pulseras. En un pizarrón, Rosalinda escribe los pasos que sus alumnas deben seguir y explica con LSM.

Entre ellas platican un poco en LSM, porque prestan atención a cada movimiento de la profesora. Se sienten cómodas, no se preocupan porque alguien no las entienda pues están en confianza, pero fuera de este lugar, las aprendices de joyería se han sentido discriminadas en algún momento de su vida.

Coinciden en que la infancia fue la etapa más difícil por las burlas de los niños. Aunque el bullying parece ser nada si se compara con la falta de oportunidades como el acceso a la educación o encontrar un trabajo bien pagado.

Gabriela terminó la preparatoria y estudió tres años diseño decorativo. Después se inscribió a la especialidad de diseño gráfico, pero no ha conseguido un empleo relacionado con su preparación. Hace años, con apoyo del DIF de la Ciudad de México, ella y otras personas con alguna discapacidad entraron a trabajar en un hotel en Polanco, ahí duró cuatro años porque la cambiaron de hotel, su labor consistía en cuidar los jardines y arreglar flores, con LSM explica que ahí sufrió discriminación.

Para darle voz, Betzabeth Vargas, quien es intérprete de LSM, dice sobre la situación de Gaby: “En ese hotel tuve problemas porque el jefe me discriminaba, me hacía menos y al final me despidió”.

Con ayuda de una amiga de su mamá, Gabriela entró a trabajar a la Secretaría de Educación Pública (SEP) para enseñar nivel preparatoria a distancia, pero como cada cuatro años cambian la plantilla “me dieron las gracias”.

De niña soñaba con ser pintora y aunque no lo ha dejado de anhelar, ahora quiere estudiar sicología o pedagogía para poder enseñar a niños sordos “porque yo terminé la preparatoria, pero no ha sido fácil. No hay intérpretes y una vez fui a una escuela para sordos, pero no me gustó, las clases eran muy lentas”.

A sus 45 años, pide al gobierno que abra más puertas para la comunidad sorda, “que haya más trabajos porque aunque nos den becas, no alcanza para vivir, tenemos que contar con un empleo”.

Cifras del Inegi indican que sólo tres de cada 10 jóvenes sordos, es decir, 41 mil 103, obtienen recursos para vivir a través de un trabajo fijo; 83 mil 451 deben buscar ingresos por otros medios como programas de gobierno, pensiones o renta de inmuebles.

A Lilian, de 24 años, más que la discriminación, le preocupa la atención médica que reciben los sordos. “¿Cómo nos comunicamos?, no podemos. Yo tengo diabetes y al médico me acompaña mi mamá para que me pueda explicar, es necesario que en México haya hospitales que brinden servicio a todos”.

Educación, lo que se debe fortalecer

Rosalinda es paciente y se empeña en ser clara al momento de enseñar. Con cada alumna se detiene para explicar cómo moldear el alambre o de qué tamaño cortarlo, al final de cada clase se maravilla con las creaciones.

No sólo enseña joyería, es maestra de Lengua de Señas Americanas (ASL) nivel básico en el Centro Educativo para el Sordo (CES) en Texcoco, Estado de México, profesora de Lengua de Señas Mexicanas en niveles básico e intermedio y se prepara como intérprete bilingüe.

Como docente, considera que en el país falta mucho en cuestión de inclusión de la comunidad sorda, “el problema es la educación, no hay preparatoria para sordos, universidad, carreras, los maestros no saben Lengua de Señas Mexicanas y no saben enseñar”.

La Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2014 indica que sólo 54 mil 372 menores de 14 años sordos asisten a la escuela; del grupo de 15 a 29 años, 34 mil 875 no tuvieron ningún tipo de educación y de los 597 mil 566 sordos en edad adulta, 400 mil 369 sólo estudiaron la primaria.

A ese problema se suma la falta de accesibilidad, “algo tan básico como que haya subtítulos en TV; con los sismos, ¿cómo nos enteramos?, y en las próximas elecciones, para votar hay un recuadro que explica, pero con letras muy chiquitas, no todos los sordos vemos a la perfección, es necesario que haya un verdadero acceso para nosotros”.

En cada clase en INCLUSOR A.C., Rosalinda busca crear conciencia en sus alumnas y evitar que se limiten más allá de su sordera, pues como todo ciudadano tienen derechos y deben exigirlos. “Espero que el gobierno escuche a la comunidad sorda, nuestros derechos se deben respetar, no pedimos favores, son nuestros derechos”.

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