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Entre batucadas y silbidos arribó la peregrinación del Grupo Metropolitano de Payasos (Grumepac) a la Basílica de Guadalupe, para agradecer por su trabajo y salud.

Procedentes de distintas delegaciones y municipios, más de 800 payasos gritaron porras, mientras sostenían imágenes de la Virgen, a la que adornaron con flores y globos.

Minutos antes de las 12:00 del día, los payasos comenzaron a reunirse en la glorieta de Peralvillo para partir hacia la Basílica. Ataviados con sus pelucas de colores, disfraces con diamantina y estrellas, avanzaron por más de dos horas sobre la Calzada de Guadalupe.

“Yo si le voy, le voy a Lupita”, coreaban al frente del grupo, mientras los que iban atrás cantaban: “Desde el cielo una hermosa mañana, la Guadalupana, la Guadalupana, la Guadalupana bajó al Tepeyac”.

A la vanguardia de la peregrinación, seis payasos cargaban una estatuilla de la Virgen de Guadalupe de más de metro y medio de altura, enmarcada con una corona de claveles amarillos y blancos. Al frente del arreglo se leía la leyenda “6 peregrinación de Grumepac”.

A la peregrinación acudieron familias de payasos, en las que desde el integrante más pequeño hasta el mayor acudieron disfrazados. Tal fue el caso de Esferita, con más de 30 años trabajando en fiestas infantiles, quien acudió a la peregrinación acompañada de su hermana Pituquita y su nieto Guitarrita, de apenas 15 años de edad.

Esferita participó en la peregrinación para agradecerle a su “madrecita santa” por haber tenido trabajo y salud todo el año, así como por mantenerla a salvo durante los sismos de septiembre, porque aunque su casa tuvo algunas afectaciones, ella y su familia están a salvo. Desde las 10:00 horas salió de su domicilio en la delegación Iztapalapa para llegar a la peregrinación. Lo que más le gusta de su trabajo, explica, es la risa de los niños.

“Me gusta hacer reír a los niños porque su risa todavía es inocente y para que su infancia sea bonita, a mí me gustan mucho los niños, tengo ocho nietos y cada que voy a una fiesta infantil es como si estuviera con mis nietos”, dijo.

Pese al calor, Coquín avanzó toda la peregrinación con su traje relleno de hule espuma para simular una gran musculatura. La peluca roja y sus gafas con cristal verde complementaban su look. Lleva 25 años trabajando como payaso en fiestas en la delegación Xochimilco y se considera muy devoto de la Virgen porque hace 10 años le pidió el favor de mejorar la salud de su esposa, quien padecía diabetes.

“Le vengo a dar gracias a la Virgen por darme trabajo, porque nunca falta el pan en mi casa para mi esposa y mis hijos. Yo me hice muy creyente porque hace como 10 años mi esposa se puso muy mala, tiene diabetes, yo pensé que se me iba a morir, así que vine a la Basílica, le pedí que me la cuidara y que se aliviara, y ahora está mucho mejor”, dice y posa para una foto.

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