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Carlitos tiene tres años y el espacio que conoce como su casa son las paredes del centro penitenciario donde vive con su mamá desde que nació; no tiene juguetes, no recibe alimentación adecuada para su edad y tampoco cuenta con las circunstancias que garanticen sus derechos. Él es uno de los 800 menores que permanecen en prisión con sus madres, a quienes la organización Reinserta A.C., busca darles voz con la campaña Niños Invisibles.

Para la organización, es una prioridad apoyar a los niños que están en los centros penitenciarios, con el fin de garantizar que cuenten con los mismos derechos que los menores de edad que están fuera de reclusión, por lo que, de la mano de la agencia Leo Burnett, realizó un cineminuto con la intención de darles visibilidad y que se pueda avanzar en el tema hasta lograr su bienestar.

Reconoce que el reto para alcanzar el bienestar integral en un ambiente carcelario es mayor, pese a que con la Ley Nacional de Ejecución Penal se lograron establecer criterios sobre la permanencia de los niños, al fijar la edad máxima en tres años y reconocer sus derechos a la salud, alimentación y educación, entre otros.

En colaboración con el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), Reinserta A.C. elaboró el “Diagnóstico de las circunstancias en las que se encuentran las hijas e hijos de las mujeres privadas de su libertad en 11 centros penitenciarios de la República Mexicana. Propuesta de políticas públicas para atender de manera integral sus necesidades más apremiantes”, en el cual indicó que hay 12 mil 132 mujeres están en prisión, 88% de las cuales son madres.

Para el informe, revisó la situación de 2 mil 49 mamás que se encuentran en 11 prisiones de 10 estados, de junio a octubre de 2016. El documento señala que 73% se encargaba del sustento económico familiar antes de entrar a la cárcel y 18% todavía desempeña esa labor.

De las encuestadas, 72% tenía entre uno o tres hijos al momento de su detención y 88% vivía con ellos. Tras su arresto, mil 361 menores de edad quedaron al cuidado de su abuela materna; 832 del abuelo materno; 792 del padre, y el resto se distribuye entre tíos, abuelos paternos, madres adoptivas y casas hogar del DIF. Ante ese panorama, 64% de las reclusas opina que alguien más ocupa su papel de madre.

De las madres en prisión, 51% cree que sus hijos fueron afectados por su arresto y 6% dice que no; 23% afirmó que recibieron amenazas de lastimarlos al ser detenidas, y las parejas de 29% también están presos.

De los niños que están en la cárcel con sus mamás, la mayoría se encuentra en la Ciudad de México. Sobre su estado en las prisiones, 36% de las madres no se siente satisfecha de tenerlos con ellas, y 69% de los menores irá a casa de un familiar cuando rebasen la edad.

Sobre la alimentación y salud, 34% de las encuestadas considera que sus hijos no reciben comida suficiente, lo que puede repercutir en su desarrollo físico y cognitivo, 58% asegura que sus niños cuentan con todas las vacunas.

En educación, Reinserta destacó que se debe considerar la existencia de un Centro de Desarrollo Infantil (Cendi) dentro de las cárceles, como el que existe en el Centro Femenil de Reinserción Social Santa Martha Acatitla, que está certificado por la Secretaría de Educación Pública (SEP). De las mujeres que tienen hijos más grandes, 47% dijo que el menor acude a clases dentro de la prisión, 13% no asiste y 6% estudia afuera.

Respecto al esparcimiento de los niños, 41% sale del centro penitenciario de vez en cuando; 19% una vez a la semana; 28% tres días por semana, y 11% lo hace cinco días.

La ONG resaltó los avances en el tema, pero a través de la campaña busca consolidar las mejoras y hacer un llamado a las autoridades y a la sociedad para mantener la protección de los menores de edad en la agenda del país.

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