La sobrepesca de sardina en el Golfo de California ha ocasionado impactos socioambientales, como la afectación de diversas poblaciones de especies, el desperdicio del alimento, desechos industriales, la disminución del sector artesanal y un uso no sustentable de recursos públicos, de acuerdo con una investigación publicada hoy por EL UNIVERSAL.

Sin embargo, la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca), la Cámara Nacional de la Industria Pesquera (Canainpes) delegación Sonora, la empresa sardinera Guaymex, y la organización no lucrativa Marine Stewardship Council (MSC) -que evalúa la sustentabilidad de las pesquerías- rechazaron lo anterior, al afirmar que son responsables con las comunidades, el medio ambiente y la seguridad alimentaria del país.

Mario Aguilar Sánchez, titular nacional de la Conapesca desde 2012, dijo a este diario que la industria tiene empresas certificadas como socialmente responsables, ya que gozan de reconocimiento en las comunidades donde están asentadas, gracias a que generan trabajo del que depende el sustento de miles de familias.

“La pesca de sardina tiene por esencia proveer una de las proteínas más importantes para los mexicanos. Más aún, provee de esta proteína a precios accesibles para millones de personas que de otra manera no tendrían acceso a esta calidad proteínica, lo cual demeritaría su calidad nutricional”, dijo en respuesta a un cuestionario.

En 2010-2017, la Conapesca subsidió a la industria con 257.5 millones de pesos (mdp) para la modernización de embarcaciones y combustible. Al respecto, las voces críticas aseveran que dichas subvenciones están clasificadas internacionalmente como “perjudiciales” y “ambiguas”, pues aumentan la sobreexplotación y no son coherentes con la sustentabilidad que el gobierno federal incluye en sus objetivos de trabajo.

“Los incentivos tienen un alcance directo al consumidor final; para beneficio y protección de la economía de los 130 millones de mexicanos, que tienen a su disposición un producto alimenticio de alta calidad nutricional y precio accesible”, afirmó Aguilar Sánchez.

Enfatizó que los subsidios, que al parecer se buscaría satanizar “a priori”, han tenido y tienen el objetivo de incrementar o mejorar los procesos productivos, sin afectar el capital biológico”.

A decir del doctor Exequiel Ezcurra, experto de la Universidad de California en Riverside, no hay lógica en pagar impuestos para que 75% de las sardinas sean convertidas en harina y sirvan como alimento del ganado, o se dediquen a la acuacultura y maricultura.

Harina de pescado

“El 69% de la producción se destina a harina de pescado y no es cierto que sea para la industria ganadera. La harina de pescado forma parte fundamental de la cadena de valor de la acuacultura y maricultura nacional, actividades que contribuyen de manera importante en la seguridad alimentaria y que indispensablemente requieren de nutrientes que sólo se encuentran en la harina de pescado”, explicó Aguilar Sánchez.

Precisó que las sardinas que se destinan a consumo humano son de especies que por el tamaño, la formación y el grueso de las espinas tienen una cocción fácil. Es decir, “hay especies de sardina para hacerse harina y destinarla a consumo humano indirecto, y hay especies de sardina que se van a consumo humano directo”.

En cuanto a los subsidios, el comisionado destaca que “los expertos internacionales no han podido definir cuáles son los subsidios que aumentan el esfuerzo, por lo que los incentivos otorgados a la flota sardinera no podrían ser juzgados bajo ese parámetro”.

Al cierre de edición, el presidente de Canainpesca, Humberto Becerra, no atendió la petición de entrevista para el reportaje.

A su vez, Luis Bourillón, representante de MSC en México, organización que establece y certifica estándares para la pesca sostenible, comentó que la pesca ha pasado por un proceso riguroso de revisión, para determinar si cumple con las normas científicas para pesquerías sustentables.

“El estándar MSC fue desarrollado a través de una consulta profunda con científicos, la industria pesquera, grupos de conservación, expertos y actores involucrados en las pesquerías (stakeholders). Para asegurar que la certificación es creíble y robusta, la evaluación de nuestro estándar es realizada por organizaciones de tercera parte, independientes. Ha sido certificada desde 2011 y es sometida a una auditoría externa anualmente y una nueva evaluación completa cada cinco años”, destacó.

Bourillón también explicó que aún “tienen 16 puntos específicos de mejora en los que deben trabajar y mostrar avances en auditorías externas anuales y que forman parte de un plan de acción que es público”.

Aguilar Sánchez añade por su parte que “dicha certificación es un estándar internacional, dado por una prestigiada organización de gran reconocimiento no nada más en sardina, sino en muchas pesquerías y no está a discusión su validez”.

León Tissot, delegado de Canainpesca en Sonora, dijo que los subsidios son programas que en todo el mundo se otorgan y no fomentan la sobrepesca, pues brindan empleos y operatividad en las embarcaciones. “Quítale (el apoyo) a toda la flota, les quitas el apoyo al diésel y la modernización, vas a terminar con cero flota, muy reducida e importando (especies)”, comenta.

El caso peruano

Por su lado, Antonio de la Llata, director de Grupo Guaymex, señaló en referencia a las más de 500 mil toneladas de pesca anual que parecen ser muchas, pero es necesario ver a otros países: “Por ejemplo, Perú captura alrededor de seis millones de toneladas por año y el 95% va para harina y aceite de pescado”.

Además, destaca, los apoyos federales “ayudan a tener mejores costos para poder competir con otros países que también subsidian a la pesca”.

Expresó que no tiene claro si subsistirían sin el respaldo, pero considera que quedarían en desventaja con sus productos, lo que por consecuencia “pone en riesgo los empleos directos, indirectos y el pago de impuestos a la nación”.

El titular de Conapesca abundó que ambos subsidios están sujetos a requisitos de sustentabilidad rigurosos, como contar con un permiso vigente, que es dictaminado bajo criterios científicos por el Instituto Nacional de Pesca (Inapesca), el cumplimiento de vedas y monitoreo satelital, entre otros.

Grupo Pinsa no respondió a la petición de entrevista al cierre de esta edición.

En cuanto a las investigaciones de los científicos Exequiel Ezcurra y Enriqueta Velarde, quienes aseguran que el fenómeno de “El Niño” y la sobrepesca afectan a otras especies, como las aves marinas, Aguilar Sánchez sostiene que han sido valiosas, aunque estudios más recientes de las condiciones marítimas, sobre todo a la luz del cambio climático, “no sustentan o soportan esa aseveración, y los estudios al respecto que no son concluyentes”.

Agregó que “no existen evidencias científicas que muestren que la pesquería de pelágicos menores [sardinas] haya afectado las cadenas tróficas de importantes especies”.

En cuanto a la posición de pobladores de Empalme y Guaymas, Sonora, quienes indican que las sardineras vierten sus desechos contaminando el mar, subrayó que la industria tiene tres grandes actores: los que congelan, los que enlatan y los que reducen.

“En todos los casos se están haciendo inversiones por parte de la iniciativa privada para tener las plantas que están consideradas como de primer mundo, que cumplen con todos los estándares ambientales normativos, siendo quien lo dictamina o lo regulan la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris)”, puntualizó. “La industria sardinera de Sonora y Sinaloa cuenta con empresas certificadas por Semarnat como ‘Empresa Limpia’”.

De la Llata añadió que las plantas han invertido muchísimo en tratamientos de agua y coincidió en que “algunas de hecho están certificadas por Semarnat como empresa limpia”.

Google News

Noticias según tus intereses