editor@eluniversal.com.mx

Francisco Martín Moreno no se define como historiador sino como un escritor con un gusto peculiar por “conocer la historia para no repetirla”. Porque “el día que yo le pierda el respeto a la historia, el lector me va a perder el respeto a mí y es algo que yo no puedo permitir”.

El tema central de su nueva novela: México Esclavizado, es contar las malas condiciones en las que trabajaban los peones de las haciendas henequeneras en Yucatán durante el Porfiriato.

“México Esclavizado es una historia oculta de la Historia de México, digna de ser rescatada”, dice el autor.

Tiene como personajes principales a Olegario Montemayor, hijo del productor de henequén más poderoso de Yucatán y a Marion Scott, una de las pocas mujeres que estudian en la Universidad de Oxford.

Ambos se conocen en las aulas de la universidad y descubren que tienen más en común de lo que en realidad parece. Los dos son soñadores y luchan por las causas sociales, sobre todo, están en contra de cualquier forma de esclavitud.

Cuando Olegario era pequeño jugaba con los hijos de los peones y mientras él usaba zapatos de cuero con hebillas de plata, veía que los otros niños tenían huaraches y los pies manchados con costras de lodo.

Él no entendía la diferencia de por qué sí tenía dinero y ellos no. Su padre se dio cuenta de que no debía heredar el negocio y prefirió mandarlo a estudiar al extranjero.

Marion, por su parte, sabía de la esclavitud en por parte de los europeos hacia los negros en el Congo Belga, porque ahí se hacía el caucho y la goma para autos y bicicletas.

El clímax de la historia ocurre cuando Olegario invita a Marion a Yucatán, ahí inicia la lucha y unión de los protagonistas para intentar acabar con la explotación.

Para la realización de este libro Francisco Martín Moreno fue a Yucatán y realizó investigaciones de cómo funcionaban las tiendas de raya en ese entonces.

“Estuve viendo las enormes colecciones de fichas propiedad de los ahora coleccionistas yucatecos. Si la gente iba a una tienda de raya ahí compraban las fichas, si la ficha valía 10 pero el consumo era de 50, los otros 40 se los daban en víveres o lo que necesitaran pero lo acumulaban a la deuda y con intereses.”

Los abogados, jueces y hacendados hacían leyes a modo, en una de ellas indicaba que para dejar la hacienda, el peón debía recibir una carta del hacendado en la cual constaba su liberación de cualquier adeudo.

Si alguno intentaba escapar lo detenía la guardia blanca, los policías de los hacendados o la policía yucateca; si no tenían carta de liberación eran encerrados en la hacienda y recibían latigazos y otro tipo de castigos.

Si el esclavo no salía a trabajar al otro día por el dolor de las heridas, sus hijos debían hacerlo y si el peón moría, la familia heredaba el adeudo hasta saldarlo. Es decir, iban de generación en generación.

Una parte de la presión que sufrían los peones era ejercida por el clero y la otra a causa de sus patrones, por lo que no tenían opciones ni oportunidades de salir adelante o liberarse.

La industria del henequén creció durante la Primera Guerra Mundial porque los costales en donde transportaban los granos eran hechos de henequén y de esta forma no se echaban a perder. Aunque intentó producirse en las Filipinas y en Cuba el suelo arcilloso de la península de Yucatán causaba que solo en México se diera el henequén de esta calidad.

“Fue un éxito tremendo y por eso se pueden ver estos palacios en Yucatán, también las haciendas que tenían estos lujos pero nadie se imaginaba las condiciones horribles por las que pasaban sus trabajadores”, comenta el escritor.

En Europa, las condiciones de esclavitud eran similares a las de México ya que al principio las llantas eran de madera, después vino la explosión de la industria automotriz y aérea, con lo que aumentó la demanda de este material. Todo esto ocurrió cuando el Congo era propiedad de Leopoldo II, hermano de la emperatriz Carlota.

Si los trabajadores no cumplían con la cuota establecida de caucho, el rey ordenaba que les cortaran los dedos de los pies.

Después les cortaban los dedos del otro pie hasta hacerlos sentir que ya no servían para nada y los mataban. Leopoldo II llegó a asesinar aproximadamente a 10 millones de negros congoleños.

Francisco Martín Moreno asegura que la esclavitud continúa y se debe a la mala educación y el “embrutecimiento” de la sociedad mexicana, aunado con la corrupción que, de acuerdo con Moreno, inició con la llegada de los españoles.

El autor de México Esclavizado dice que esta condición se perpetúa, al menos en el país, “me da mucha pena porque donde veo yo el reflejo en la esclavitud es en el servicio doméstico. Hoy en día hay 3 millones de personas que no tienen prestaciones legales ni sociales”, comenta.

El hombre que viste un saco rosa con una camisa azul y pantalón claro dice que la situación más común es cuando los patrones se cansan de las muchachas de servicio y las corren sin ninguna explicación. No les dan primas de antigüedad ni liquidación, pero esto también ocurre porque ellas no saben cuáles son sus derechos.

El escritor y columnista de ELUNIVERSAL propone una solución: hacer una revolución educativa encabezada por la sociedad que debe exigirle al gobierno la creación de más escuelas y presupuesto para las mismas, aunque asegura, será una transición que tomará muchos años.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses