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En el sismo del 19 de septiembre de 1985, el entonces joven Luis Alberto Marín Aguilar dedicó varios días para ayudar a personas en el centro de la Ciudad de México. En fecha similar, pero 32 años después, varias personas rescataron a ese rescatista que hoy tiene 63 años de edad, tras caer de un segundo piso durante el temblor de 7.1 grados.

Internado en el Hospital de Trauma y Ortopedia Magdalena de las Salinas, recuerda a EL UNIVERSAL que el martes 19 de septiembre pasado, cayó por una ventana tras romperse los cristales y perder el equilibrio por el fuerte movimiento que ocasionó el terremoto.

“Estaba en mi despacho, en la colonia Roma, cuando me acerqué a la ventana que da a la calle y comenzó el sismo. Todo fue muy rápido porque se cayeron los cristales de las ventanas grandes, alargadas. Me caí, me quise agarrar de los cables del teléfono para disminuir el impacto, pero no pude, caí al vacío”, recuerda.

Con un golpe en la frente que requirió cinco puntadas, el brazo fracturado, la cadera lesionada y policontundido, Marín Aguilar sólo recuerda haber visto a un hombre que pasaba y al que le rogó que lo ayudará a alejarse del edificio. “Yo veía como seguían cayendo vidrios y piedras y pedí que me alejaran de ahí, porque podían pegarme”.

“Me acuerdo que sólo escuchaba mucho ruido, pero también muchos silencios. Después del sismo tengo la impresión de que una joven se acercó y como estaba sangrando de mi frente, puso un pañuelo con el objetivo de parar la hemorragia que para ese entonces cubría la mitad de mi cara y posteriormente, otra mujer se subió conmigo a la ambulancia porque no podían trasladarme sin una persona que se hiciera responsable. Gente que sin importar si me conocían o no, me ayudó”.

En la cama 524 del Hospital Magdalena de las Salinas, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Luis Alberto Marín Aguilar, asegura, mientras sostiene su mano izquierda levantada debido a que tiene cuatro tornillos en el antebrazo, que le gustaría volver a ver a las personas que lo ayudaron después de caer del edificio de cristal.

Recuerda su experiencia como brigadista en el terremoto de 1985, y con una sonrisa manifiesta que “estaba en mi casa y de manera tonta trataba de impedir que las paredes se cayeran. Después salí junto con miles de jóvenes a rescatar gente, algo en lo que no teníamos experiencia, pues nunca había pasado un temblor tan fuerte”.

Tranquilo y a punto de disfrutar la comida que le trae un enfermero, Luis Alberto Marín Aguilar señala que debe aprovechar “esta nueva oportunidad de vida que se me presenta. Creo que si sólo sufrí unos golpes y no me pasó nada, es por algo, y lo tengo que aprovechar”.

Así como Luis, 92 personas que no son derechohabientes del IMSS, el Hospital de Magdalena de las Salinas les ha brindado, sin trámites burocráticos de por medio, la atención y cuidado tras el temblor, y además, cuando salgan, se les garantizará un seguimiento para una completa recuperación. El IMSS informó que a raíz del sismo del 19 de septiembre, 320 personas requirieron atención, de las cuales 25 requirieron algún tipo de cirugía.

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