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Se llama Juana Castillo y su concha rellena se volvió famosa en México, por lo menos un día. Fue el 17 de noviembre pasado, cuando el presidente Enrique Peña Nieto aterrizó prácticamente detrás de su casa, visitó a pie la comunidad de La Nopalera, casi devastada por el sismo del 19 de septiembre y de regreso comió una concha rellena de piña. Ella las vende en cuatro pesos y sí, son muy ricas.

“Una mujer, creo que fue una reportera, quien me dijo que le ofreciera pan al Presidente”, recuerda Juana, casi apenada.

Relata que su casa fue la segunda que visitó el presidente Peña Nieto, quien llegó acompañado del gobernador de Morelos, Graco Ramírez.

La comitiva aterrizó en un campo de futbol de la localidad, casi a espaldas del lugar en que se ubican la casa y tienda de la familia de Juana.

Le ofreció pan al mandatario y en un primer momento no lo aceptó. “Dijo que de regreso. Y sí, de regreso se lo comió”, dice Juana.

Finalmente, el presidente Peña Nieto comió el pan y también lo probó parte de su comitiva.

—¿Y se lo pagaron? —se le pregunta dentro de su tienda, donde hay un par de anaqueles casi vacíos, con conchas, polvorones y dos refrigeradores con cervezas y refrescos.

—Sí, lo pagaron todo. Ese día vendí como 20 charolas —explica Juana y sonríe, al tiempo que muestra en su celular fotografías del Presidente con el pan en la mano.

Medios nacionales como EL UNIVERSAL dieron cuenta del recorrido. Circularon imágenes del mandatario con el bizcocho y declaraciones en el sentido de que comprar pan en la comunidad ayuda a impulsar la economía local.

Sin embargo, pese a la fama efímera de ese momento, su negocio está a punto de irse a la quiebra.

A causa del sismo de septiembre, perdió su refrigerador y su batidora. Asegura que conserva la masa de un día a otro entre envases de cerveza y no puede producir como antes sin la batidora.

El pueblo de la panadera de EPN, sin ayuda tras 19-S
El pueblo de la panadera de EPN, sin ayuda tras 19-S

Juana atiende en su negocio a este diario, mientras su hija juega en el piso. Cuenta que más tarde tiene una reunión en el comité de reconstrucción de La Nopalera.

La Nopalera, un pueblo aislado. La historia de Juana le pone nombre a la reconstrucción de La Nopalera, un pueblo separado de la carretera por un camino de terracería que se aleja unos por unos 10 minutos.

Volver a hacer que el pueblo sea lo que una vez fue es un proceso que avanza a diferentes velocidades. Cuando Peña Nieto fue a Yautepec, lo hizo para iniciar la entrega de las tarjetas del Fonden, de las cuales el papá de Juana tiene una.

“Sí sirve”, cuenta Juana, quien además detalla que su papá ya la usó para comenzar a comprar material de construcción.

Sin embargo, al otro lado de la calle, don Camilo todavía desconoce si el cuarto principal de su hogar será o no demolido. Pregunta a quien pasa por allí si su cuarto aguantará o no otro sismo.

Relata para EL UNIVERSAL que luego de hablar con el comité de reconstrucción de la comunidad, se resolvió que la construcción no sufrió daños estructurales, pero las grietas son evidentes.

“Que me digan, si van a tirar o no el cuarto”, pide.

EL UNIVERSAL visitó la comunidad el 30 de septiembre. Entonces, la imagen dominante era de ruinas en distintos puntos de la zona centro. Pero esta vez, la dimensión del daño resulta mayor.

La Nopalera se convirtió en una comunidad de campamentos. En todas sus calles es posible ver casas de campaña y tiendas improvisadas.

Incluso, don Camilo tiene en su terreno un cuarto hecho de lámina, plástico y madera que algunos voluntarios construyeron.

En su primera visita, este diario constató el fluir de la ayuda en forma de despensas y de maquinaria.

Se observo la presencia de militares coordinando la ayuda y hasta un pequeño grupo de payasos actuando gratuitamente en el pueblo, ante niños que los miraban con cierta desconfianza y con miedo que se podía ver en sus miradas.

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