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Con 80 años de edad, Eduardo Muñana Sánchez ha vivido rescatando víctimas como paramédico voluntario de la Cruz Roja Mexicana en los sismos de 1957, los de 1985 y de este 2017.

El comandante Muñana, como lo conocen sus compañeros, forma parte de una familia de rescatistas y paramédicos cuya labor inició con su padre Agustín Muñana Zúñiga, quien en 1916 empezó a trabajar en la Cruz Roja Mexicana prestando auxilio montado a caballo y en ambulancias que eran arrastradas con mulas, cuando apenas tenía 14 años.

El rescate de víctimas, muchas de ellas que murieron quemadas y por asfixia en el incendio del cabaret Can-Can el 16 de septiembre de 1951, en la colonia Guerrero; o el derrumbe de la ferretería La Sirena, el 28 de noviembre de 1948, donde fallecieron decenas de bomberos, fueron emergencias en las que participó el bisabuelo de esta familia de paramédicos.

El comandante Muñana ha vivido no sólo los sismos que han cimbrado a la Ciudad de México en el último siglo, sino además el 2 de octubre de 1968, en la matanza de la Plaza de la Tres Culturas, en Tlatelolco; en la erupción del volcán Chichonal, en 1982, donde rescataron cientos de personas quemadas por la ceniza caliente; y la explosión de San Juanico, en 1984.

El sismo de 7.1 de este 19 de septiembre reactivó el olfato y la adrenalina de Eduardo Muñana, quien en unos días más cumplirá 81 años de edad, lo que no le impidió salir al rescate de tres lesionados en la calle de Rébsamen, en la colonia Narvarte; y otros tantos en Alvaro Obregón 286.

Estas labores las realiza junto con su nieto Eduardo Muñana, de 27 años, y al que el pasado 19 de septiembre también se sumaron sus hijos Eduardo y Agustín e incluso su nieta Paloma, quien trabajó en el centro de acopio de la Cruz Roja en Polanco.

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