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Hace 40 años que Martha Cruz vio nacer a su hija Claudia, a quien le procuró dar las mejores condiciones de vida, a pesar de que su salario como trabajadora del hogar y el de su esposo como herrero no eran suficientes para satisfacer sus necesidades básicas. Hoy, nuevamente tiene que repetir esto, pero multiplicado por tres.

De carácter amable, Martita, de 67 años, relata a EL UNIVERSAL que ha tenido que apoyar a su hija con la alimentación, vestido, techo y educación de sus dos nietos adolescentes, debido a que hace dos años su hija se divorció y tuvo que pedir la ayuda de sus padres.

“Yo y mi esposo hemos tenido que apoyar a nuestra hija y a nuestros dos nietos en lo que necesiten. No ganamos mucho, pero son mi familia y mientras esté viva les daré todo mi apoyo. Ella no puede, la verdad es muy difícil. No me pesa, es mi hija y mis nietos, lo que más quiero en mi vida”.

En su casa, en el Ajusco, comenta que a pesar de que su salario no supera los 2 mil pesos al mes, ha tenido que hacer “milagros” con tal de que los menores puedan seguir estudiando, así como alimentarlos lo mejor posible, a costa de sus necesidades como personas de la tercera edad.

Indica que debido a las largas jornadas de trabajo diario, el cual ha ejercido por más de 50 años, no le ha sido posible ir a alguna dependencia a solicitar incorporarse a programas del gobierno federal.

“Hace unos días mi nieto me preguntó si le podía ayudar a comprar un libro de Biología y le pregunté: ‘¿Cuánto cuesta’, me dijo: ‘500 pesos’. Me sorprendí. Le dije que yo vería cómo lo conseguía, pero él es un niño que entiende la situación y me dijo que trataría de sacarle copias”, recuerda.

Martha, quien en sus ratos libres disfruta de bailar danzón, afirma que no tiene razones para quejarse de los problemas económicos que se le han presentado en esta etapa de su vida, debido a que “me puedo mover, caminar, estoy viva y puedo ir a trabajar. Hay personas de mi edad que no pueden hacer muchas cosas. No me puedo quejar con la vida, podemos tener ratos malos, como ahora, pero hay que ser optimistas y salir adelante”.

Su nieta Martha, de 14 años y estudiante del segundo año de bachillerato, asegura que su abuela es la persona que más admira porque siempre ha apoyado a su familia desde pequeña y ahora, en la tercera edad, lo sigue haciendo.

“Nos da consejos en todo lo que necesitamos. Es una señora que lucha mucho, que no se da por vencida fácilmente y ofrecería su vida, sin dudar, porque su familia esté bien”, comenta.

La misma opinión es la de Pablo, de 17 años, estudiante del tercer año de preparatoria, quien asegura que su abuelita no cuida mucho su salud, porque mientras los demás estén bien, ella está contenta.

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