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Hace casi tres años que Rey David Copado Molina se despidió por última vez de su esposa y sus gemelos, de entonces año y medio de edad.

Partió hacia Ajalpan, Puebla, el cual sería su ultimo destino.

Con cinco años de experiencia tocando de puerta en puerta para conocer la opinión de las personas, Copado Molina salió el 18 de octubre de su casa en la Ciudad de México.

Acompañado de su hermano Abraham, se dirigió hacia Puebla para realizar un estudio sobre tortillerías y la comercialización del maíz en el municipio de Ajalpan, para el cual fueron contratados por la empresa Marketing Research & Servicios S. A. de C. V.

Al llegar a Tehuacán se comunicaron por última vez con sus familiares vía WhatsApp. Avisaron que llegaron bien.

Apenas unos kilómetros después del lugar, su suerte cambiaría.

Una vez en Ajalpan, poblado de 28 mil habitantes enclavado en la zona de la sierra negra de Puebla, los hermanos aplicaron las encuestas sin saber que una multitud los perseguía.

Al percatarse de que los estaban siguiendo, mostraron su gafete que los identificaba como encuestadores, acción que no importó a los pobladores de Ajalpan.

Entre la multitud , una voz gritó: “¡Detengan a los robachicos!”.

Los hombres corrieron para escapar de aquella multitud ansiosa por impartir justicia a un par de inocentes que únicamente realizaban su trabajo.

Los hermanos Copado Molina fueron llevados a la plaza principal de Ajalpan, entre escupitajos y golpes. Ahí, los pobladores, a puño limpio, e incluso con varillas metálicas, les propinaron una golpiza hasta dejarlos tendidos en el suelo, bañados en sangre e inconscientes.

De un momento a otro, entre la multitud, aparecen garrafas de gasolina.

Los cuerpos de Rey David y Abraham fueron rociados con ese combustible y en cuestión de segundos ardieron en llamas.

La agresión quedo documentada en videos y fotografías tomados por celulares; ese material fue publicado en diversas redes sociales.

A casi tres años de la fatídica noche del lunes 19 de octubre, Elsa García, viuda de Rey David, continúa recordando a su esposo como “un padre bueno y ejemplar, un hombre amoroso, exigente con sus amigos pero siempre brindando una gran amistad”.

Aunque persiste el dolor por este acontecimiento que le quitó la vida a su esposo, se siente agradecida por haber acompañado a Rey David de “pueblo en pueblo” para realizar su trabajo y de haber formado una familia con él.

“El odio, el rencor y la cobardía interrumpieron la vida de mi esposo y su hermano, dieron fin a toda su existencia, entrega, dedicación y empeño”, señala.

El 18 de octubre de 2017, la Casa de Justicia de Tehuacán, Puebla, impuso cuatro años de cárcel y una multa de 40 días de salario mínimo a las personas señaladas como las principales incitadoras de la quema de los cuerpos de los hermanos.

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