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En el cruce de División del Norte y Heriberto Frías se levantó un campamento ciudadano que apoya las labores de rescate y remoción de escombros. Ahí, vecinos de la zona se coordinan para canalizar la ayuda, tanto de personas como de donaciones y materiales, para la remoción de escombros del edificio que cayó en la calle de Escocia y Edimburgo, y el de Gabriel Mancera.

El campamento se estableció a tres cuadras de la zona cero, a fin de no obstaculizar labores de rescate, pero a la vez, su tarea se ha vuelto importante, pues el cruce se volvió casi un centro operativo de ciudadanos donde sólo voluntarios y vecinos participan y van de un lado al otro ayudando con coordinación.

El restaurante Sonora Grill que está en esa esquina prestó sus instalaciones y ahí se prepara comida para los voluntarios y los brigadistas. Enfrente se colocaron cuatro carpas atendidas por madres de familia y jóvenes. En la primera, se reciben y clasifican los medicamentos que forman parte de las donaciones.

En la segunda se reciben y coordinan a las brigadas que ingresarán a la zona cero. En esta carpa se recibe el equipo que la gente va donando y el cual se proporciona a los voluntarios que llegan a ayudar sin el equipo necesario (casco, cubrebocas chalecos y botas).

Cuatro mujeres clasifican el equipo y lo ordenan, mientras que una más coloca los requerimientos en un pizarrón. Una más marca a los voluntarios en el brazo, donde se les escribe con marcador su nombre, edad, tipo de sangre, así como un teléfono de emergencia como medida de seguridad.

En la tercera carpa se reciben otro tipo de donaciones como alimentos, bebidas y ropa, y una cuarta carpa funciona como guardarropa.

Para que el ánimo no decaiga y no gane el estrés, cuando llega un donativo el campamento se llena de aplausos: “Tenemos una donación de medicamentos”, “llegaron cascos y chalecos” gritan desde la carpa y todos los voluntarios aplauden jubilosos y agradecen.

Hasta esa zona llegan cientos de ciudadanos que buscan ayudar como sea, la mayoría de ellos jóvenes de los llamados millennials. Unos llegan solos, otros más son grupos de amigos con la firme voluntad de prestar sus servicios.

La tarde del sábado, la mayoría de los voluntarios eran de zonas como Santa Fe, la Herradura, unos más de San Ángel y colonias vecinas de Narvarte y Vertiz.

Se ve a hombres y mujeres que querían ayudar y con firme decisión, sin apanicarse ante el riesgo.

“¡A ver, a los que acaban de llegar acérquense, les pido de favor que tengan mucha paciencia. El paso a la zona cero es muy lento, nos estamos tardando mucho en pasar a ayudar. Su ayuda es valiosa, por eso les pido que coman, descansen bien y cuando se les llame estén con toda la disposición y sobre todo, tengan mucha paciencia!”, grita Ulises, el coordinador de brigadistas del campamento ciudadano de ayuda.

Una vez que los voluntarios son marcados en el brazo con sus datos, Ulises se encarga de formarlos por brigadas numeradas y llevarlos hasta el cordón de seguridad que cierra el paso en Heriberto Frías.

“En esta parte fórmese la brigada 13; acá haga una fila la brigada 14; los de la brigada 15 váyanse alistando y coman algo, ahorita se les llama”.

Parece simple, pero los vecinos lograron una gran coordinación para enfrentar esta situación. Unos y otros confirman su información de lo que se requiere e informan a la gente que se acerca.

Una vez formadas, las brigadas de ayuda acceden a la zona cero conforme se les solicita. Una persona los lleva formados hasta el lugar derrumbe, donde los trabajos están a cargo de militares.

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