Jacquelín García vive con su familia en el Jardín Pushkin, en la colonia Roma, entre Álvaro Obregón y Morelia, delegación Cuauhtémoc, pues tiene miedo de volver a su departamento ubicado en el edificio de Guanajuato por la incertidumbre de que haya una réplica u otro terremoto que provoque más daños.

Salía de su casa, cruzaba media calle cuando le “agarró el temblor” el martes 19 de septiembre; así que “rápido me regresé a mi casa por mi mamá y por mi niño para sacarlos; me espanté mucho porque comenzó a oler a gas”. Solamente hubo una fuga que se propició por el desprendimiento de un conducto, pero no pasó a mayor, trata de explicar.

La familia García vive en la planta baja, no sabe si hay daño estructural y no quiere regresar a su vivienda.

De hecho, Ana Berta, mamá de Jacquelín, quien no ha podido regresar a su casa, y quien hasta el momento no ha acudido a las autoridades para saber el estado de su vivienda, considera que aún sin daño estructural, no regresaría. Comenta que no ha ido a pedir ayuda a Protección Civil porque la zona está acordonada.

En un edificio aledaño de la misma calle, donde vive la familia González, conformada por nueve miembros, la fachada del tercer piso se desplomó. Ellos habitan en aquel nivel. En ese momento en que se desprendió la pared, narra Nahum de 22 años, abracé a mi hijo de dos años y me pegué a la otra pared porque sentí que nos caíamos.

Después de la conmoción, la familia González esperó por espacio de cuatro horas a que Protección Civil llegara, pero antes los abordó un grupo de motociclistas voluntarios que venían del Jardín Pushkin, donde se montó un centro de acopio también.

Aquí fue donde les dieron almohadas, colchas, casas de campaña, comida y bebida. Ambas familias creen sentirse más seguras en la intemperie que bajo el techo de sus departamentos.

A la altura de Tehuantepec, entre la calle de Toluca y Bajío, se encuentra Roberto Pinto Calderón, de 70 años, acompañado de familiares y amigos. Le han brindado refugio durante dos noches unos vecinos, comenta, ya que el edificio número 32 donde radica quedó severamente dañado.

Protección Civil llegó a su calle para evaluar el inmueble. Roberto aseguró que al lugar asistió quien se identificó como un ingeniero geólogo español, llamado Sergio Olazo, quien al entrar al lobby tardó cinco minutos en examinar la estructura para decir: “Este edificio está en riesgo de un derrumbe eminente”. Dictamen que asustó a Roberto y que no le permite regresar a casa.

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