Desanimado

, permanece acostado con la mirada perdida en el suero que cuelga de un tripíe. Hace cuatro días, llegó al Hospital General de Xoco en la Ciudad de México. No ha trabajado. Sus manos no han vuelto a tocar las bolsas , botes y paquetes de basura para arrojarlos al camión. Tampoco para tomar las monedas de las propinas , que al final de la jornada son su salario, 120 pesos más o menos. Están lastimadas.

Los innumerables golpes recibidos al cubrirse la cabeza, mientras lo pateaban en el piso, le dejaron la mano derecha con una fractura expuesta. La otra tiene algunas aberturas. En segundos quedaron así, luego de que tres tipos de aspecto “chaca”, lo interceptaron camino a su trabajo, en la colonia Renovación, Iztapalapa. Le exigieron sus pertenencias y antes de oponer resistencia, quedó tumbado en un charco de sangre .

Desorientado y lastimado

, Jesús Cabrera , de 24 años de edad, regresó caminando a casa. Al verlo, su tía se asustó y lo llevó en un taxi al Hospital General de Iztapalapa. Era domingo, lo médicos de urgencias de guardia le tomaron una placa y medio le cosieron la mano. No pudieron hacer más.

Había mucha gente, le dijeron que fuera a otro hospital. Ahora que está en Xoco, por falta de dinero y un seguro médico, su familia se está “moviendo”. Necesitan juntar 6 mil 500 pesos para comprar el material de cirugía para su mano. Este octubre de 2017, frente a él, en la cama 112, Juan Pablo García. de 32 años de edad, un chofer de camión de transporte público , espera la fecha de su operación. Lleva más de una semana internado.

“En 10 mil pesos me salió el material”, cuenta García. También lo asaltaron. Le robaron la cuenta del día y un celular, pero sobre todo, su salud y su tranquilidad . Ninguno ha pensado en levantar una denuncia ante el Ministerio Público (MP), de ser así, se hubieran sumado a los 204 mil 501 robos con violencia que se registraron en el país, de 2015 a abril de 2018, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

La violencia que ejercen los delincuentes contra sus víctimas se ha vuelto sistemática. Sin embargo, las lesiones y/o heridas provocadas que requirieron hospitalización se desconocen. Lo mismo que las repercusiones sicológicas.

La CDMX, donde Jesús y Pablo fueron víctimas, encabeza el robo a transeúnte en vía pública. El SESNSP registró 44 mil 989 casos, de los que 34 mil 4 se efectuaron con violencia. Para conocer el número de denuncias registradas en los MP adscritos a hospitales públicos, así como las lesiones, EL UNIVERSAL consultó a la Procuraduría General de Justicia de la CDMX vía Transparencia. No obstante, la respuesta fue: “Esta Unidad Administrativa no tiene desagregada, ni digitalizada la información”.

Lo mismo ocurrió con la Secretaría de Salud capitalina, sobre el ingreso de personas a hospitales por lesiones y/o heridas al ser asaltadas: “No se tiene registro exacto de la información que usted requiere (...) derivado de lo anterior, nos encontramos imposibilitados en atender satisfactoriamente su solicitud”.

Es decir, se ignoran cifras y repercusiones físicas en la salud de los asaltados. Lo que no pueden ignorar las víctimas son los costos para cubrir hospitalización y cirugías (de no contar con seguro), material quirúrgico (placas, clavos, mallas, fijadores, etc.), días no laborados, gastos durante el periodo de recuperación. El robo de su salud resulta más cuantioso en comparación con los objetos de valor despojados.

Observatorio

Como informó ayer EL UNIVERSAL, al día 215 mexicanos son víctimas de robo en la vía pública y transporte público colectivo e individual (taxi) y 168 de ellos se ejecutaron con violencia. Francisco Rivas, director del Observatorio Nacional Ciudadano, destaca que en los casos con violencia los montos económicos son menores, pero eso no quita el daño para una persona.

“Digamos, si a ti te quitan un celular o te quitan lo que traías de tu quincena, o lo que traigas, muchas ocasiones esto puede generar daños para decir: ‘no tengo con qué pagar la escuela, los alimentos. No tengo con qué pagar los servicios’. O sea es un daño”, indica.

La pérdida de un celular para una persona puede implicar un daño muy importante, en paralelo a si hay violencia. Es decir, ante una lesión dolosa, tanto por arma blanca como por arma de fuego, los costos no económicos pueden ser mucho mayores. Y otro aspecto, que no es menor, son los daños sicológicos que genera la violencia, explica el director del ONC.

Juan Pablo García es un tipo de aspecto rudo y robusto, quizá por eso los asaltantes lo atacaron por la espalda para quitarle sus pertenencias. Un celular y la cuenta del día laborado en el camión, como 2 mil pesos en total. Le fracturaron el lóbulo ocular izquierdo y necesita que lo operen. La nariz se la suturaron cuando ingresó a urgencias.

A pesar de los analgésicos, frecuentemente le duele la cabeza. De los siete días que lleva internado, hasta el tercero juntó poco más de los 10 mil pesos que necesitaba para comprar el material para su cirugía (una malla y clavos, entre otros artículos), pues no los tenía a la mano. Entre su familia y los amigos más allegados se cooperaron. Hicieron colectas en la colonia y consiguieron a crédito con un prestamista.

Sobró un poco y su mamá lo está estirando, para ir a visitarlo y llevarle una botella de agua todos los días.

Pero dice que le preocupa ella, “de que le fuera a dar una enfermedad porque ya está grande. La pregunta que uno se hace es ¿y ahora qué sigue? ¿qué voy hacer y que va pasar ahorita en estos días, sin que yo llevé unos pesos a la casa? Mi mamá como puede ha venido a verme, gracias a Dios todos los días, pero si la veo cansada, fatigada y ¡hasta la madre de esto!”, cuenta mientras se lleva los puños a la cara para tallarse los ojos.

Aparte de la afectación por las lesiones físicas, es posible que García haya padecido un evento de carácter traumático. Toda vez que fue súbito, inesperado, con la presencia de violencia y de breve duración. Se encuentra en una situación muy vulnerable y es probable que presente un estrés postraumático.

En casos como el suyo y víctimas similares, la persona va tener temor. Mucho miedo y sobre todo, síntomas de la reexperimentación, que se va a manifestar en sueños recurrentes, pensamientos recurrentes en cuanto al hecho. Va a haber paranoia, suspicacia, mucha situación de terror, explica Norma Romero Sánchez, perito en sicología y victimología, e integrante del Colegio Mexicano de Psicología Criminal y Forense.

Al igual, dice, va a tratar de evitar cosas relacionadas con el hecho. No va a querer hablar de la situación. Todo esto le va generar en consecuencia una respuesta fisiológica, por ejemplo, va a tener hipervigilancia, ansiedad y tendrá desconfianza.

A su vez, Gloria López Santiago, sicóloga criminal y forense, destaca que las repercusiones sicológicas en una víctima, entre más alta sea esa vivencia de la violencia, más afectaciones va a generar. Las más graves serán un trastorno de estrés postraumático, que puede desarrollar algunas otras condiciones de síntomatizaciones, trastornos conductuales, donde la gente desarrolla un nivel de paranoia muy alto.

Disfuncional

“Constantemente va estar pensando, o asumiendo, que cualquier persona que se le acerque es con la finalidad de hacerle un daño. Esto va a ser disfuncional para su vida cotidiana, le va a generar ataques de pánico, trastornos de ansiedad, trastornos alimenticios, trastornos de relaciones interpersonales, donde ya no puede salir, porque creerá que la asaltarán”, explica.

Todo eso generará una afectación a nivel cotidiano. La persona puede volverse disfuncional en sus relaciones, para poder salir otra vez a la calle y llevar a cabo sus actividades.

Los delincuentes que se dedican al robo a transeúnte y transporte público han incrementado la violencia contra las víctimas. Para Francisco Morales, especialista en sicopatología criminal del Reclusorio Norte de la Ciudad de México, esto se debe a la falta de empatía hacia los demás.

“Ellos pegan, balacean. Algunos alcanzan a agredir sexualmente a la víctima (...) no les interesa y van a ocasionar el mayor dolor posible, el mayor daño posible”, cuenta.

A su vez, Gloria López explica que lo importante para ellos es asumir la condición de poder, de generar impotencia: “Más que el dolor de la parte de los bienes, es generar esa sensación de miedo en los otros. Muchas veces esa condición es la que hace o dispara esta parte de la violencia, de someter a los otros y en algunos casos es precisamente la intención”, asevera.

Ante esta violencia, Morales, encargado de la Unidad Departamental del Centro de Diagnóstico, Ubicación y Determinación de Tratamiento del Reclusorio Norte, recomienda que al verse en una situación de robo es preferible entregar los objetos de valor.

“Si me dicen, ‘dame todo’, doy todo. ‘Agacha la cabeza’, agachó la cabeza. Hemos visto que las personas que matan en los transportes públicos, es porque no quisieron dar sus cosas. ¿Vale la pena un celular, un iPhone, un reloj, mi cartera o 20 mil pesos por mi vida?. Realmente no vale la pena ningún bien por tu vida. En resumen, no hay que oponer resistencia y traer un arma no es la solución”, asegura.

A Jesús se le nota decaído y preocupado al contar su infortunio. Su espalda está morada por los golpes recibidos. Si no se cubre la cabeza, se la hubieran abierto. Los que se ensañaron con él, eran tres “chavos” de entre 20 y 25 años. Dice que se veían malosos, vestidos como reguetoneros.

En su trabajo de recolector de basura, en el que inició a los 15 años de edad, sólo gana de las propinas. “Mi familia está cooperando para los pasajes para venir y eso, para las medicinas. Ahorita no tengo dinero para material, porque uno va al día. Uno en domingo va trabajar para sacar para comer y... tengo coraje. Es la primera vez que me asaltan. Llevo cuatro días hospitalizado”, lamenta mientras pierde otra vez la mirada en el suero que entra por sus venas.

FRASES

“No se tiene registro exacto de la información que usted requiere. Derivado de lo anterior, nos vemos imposibilitados en atender su solicitud” Secretaría de salud-CDMX

Respuesta a solicitud de datos

“En estos casos, la persona va a tener temor y síntomas de la reexperimentación, que se van a manifestar en sueños recurrentes” Norma Romero Sánchez, Perito en sicología

NÚMEROS

215 PERSONAS fueron víctimas de asalto en vía pública y transporte al día entre 2015 y abril

168 CASOS diarios que se registraron involucraron el uso de violencia contra las víctimas de asalto

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses