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H ete aquí un duelo de reporteros y de Emilio Lozoya Austin, ex director de Pemex, un experto en manejo de inversiones que durante 43 minutos se somete a preguntas puntuales sobre presuntos sobornos recibidos. Contesta serio, atento, sin titubeo alguno y sin congoja.

Sólo suelta una ocurrencia que levanta breves risas, cuando una reportera le pregunta si ese departamento en Nueva York es suyo. Responde: “Sí, me comprometo a regalarte la mitad”. Declara: “Si alguien me encuentra algo, ya sabe”, ¿la mitad?

Este inculpado de 42 años parece de mármol. No suda y no muestra gestos nerviosos. Según ex funcionarios de Odebrecht, ha recibido sobornos por 10 millones de dólares. Ofrece sin enfado la misma réplica: “Vengo a dar la cara; niego los dichos y pido nos enfoquemos en los hechos”.

Emilio Lozoya Austin está sentado al centro de una pequeña mesa, ante la que apenas caben él y sus abogados Javier Coello Trejo y Javier Coello Zuarth. La iluminación produce luces y sombras que marcan sus rostros. Sólo tres metros y un listón los separan de los periodistas.

Han llegado 10 minutos antes de las 18 horas y así anticipan su presentación. El economista del ITAM lee una exposición, que será su tabla de flotación, en el duelo. Lozoya ocupó el día para ir a presentarse en la Procuraduría General de la República (PGR), donde con sus abogados conoció la carpeta de investigación, y no encontraron, dijeron, pruebas de dichos que falta probar. Ha llegado poco después de las 17 horas al hotel y preparado se presentó ante las cámaras y micrófonos. Sostiene que jamás violó la ley ni las reglas de la moral.

Su abogado Javier Coello Trejo, ex fiscal de la Procuraduría General de la República, tomas las preguntas de índole jurídica. Dice que no se configura delito que imputarle a su cliente, que no va a solicitar amparo, y lo que se ha dicho en su contra no tiene valor jurídico.

Mientras Coello Trejo hace el trabajo de argumentar sobre lo jurídico, junto con su hijo Javier Coello Zuarth, Lozoya reitera que muchas de las respuestas están contestadas de antemano en lo que leyó. Insiste en que no tiene nada que ocultar, y remarca: “Aquí estoy. Estoy tranquilo”.

El diálogo en la penumbra sigue. Las preguntas aumentan de tono. Coello Trejo muestra presteza a aportar comentarios, lo que permite que Lozoya responda como si se le estuviera tomando declaración ante el Ministerio Público: “No hubo esa reunión”, “jamás hablé de supuestos sobornos y actos ilegales”. Todo lo dice con voz modulada.

Javier Coello Trejo declara que prepara el caso para ganar, puesto que “es falso lo que imputan al licenciado Lozoya”. Indica que va a demandar a los que han hecho afirmaciones falsas y va a reclamar derecho de réplica a los que han informado con notas imprecisas.

El abogado de Lozoya señala que vivía en el extranjero “y vino a participar en la campaña del presidente Enrique Peña Nieto”. Todo lo contesta, menos una pregunta, sobre si lo apoya el mandatario. “Vengo a dar la cara; pido que nos enfoquemos en los hechos”. Lozoya se escapa: “¿Alguien más?”. Y viene la pregunta de si es cierto que tiene el departamento que dicen en Nueva York, y la broma: “Si, me comprometo a regalarte la mitad”.

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