Culiacán, Sin.- Javier Arturo Valdez Cárdenas tenía como costumbre asistir todos los viernes por la tarde a la casa de su madre para reunirse con ella y algunos de sus hermanos a tomar café y platicar de anécdotas de la cotidianidad.

En el último viernes que estuvo con ellos, antes de despedirse, Javier Valdez les dijo: “me voy a morir”. Sus palabras inquietaron a su madre María del Rosario y a sus hermanos, entre los que se encontraba Patricia, debido a que Javier estaba bajo tratamiento médico que requirió de estudios especializados por la tiroides y ese mismo día le dieron resultados negativos de cáncer.

Así lo recuerda Patricia Valdez Cárdenas, la segunda hija del matrimonio de José Valdez y María del Rosario Cárdenas, y quien es la única de la familia que se atreve hablar sobre el asesinato del periodista y cofundador del Semanario Río Doce, pero lo hace sólo por teléfono, pues no desea verse expuesta al dolor que le invade con la tragedia.

La familia de Javier Valdez guarda su duelo en silencio. Entienden la visión que tiene la autoridad judicial federal de que sus asesinos se dedican a segar vidas humanas por pagos de hasta 500 pesos.

Patricia afirma que su reclamo de justicia va más allá de que se castigue a todos los involucrados en el homicidio de su hermano Javier, pues va en dirección de todas las autoridades para que restituyan la tranquilidad en las calles donde los asaltos, robos y asesinatos son todos los días y a la vez recrimina la indiferencia de la sociedad.

“Observó en la sociedad una apatía e insensibilidad de lo que sucede a su alrededor, en materia de inseguridad; da la sensación que viven con miedo a involucrarse en movimientos sociales en busca de respuestas efectivas” considera.

Refiere que la sala funeraria donde velaron a Javier Valdez fue insuficiente para alojar a cientos de personas que acudieron a despedirlo; días después éstas ya no se sumaron a los reclamos públicos de justicia.

“En los últimos once meses en los actos de la conmemoración luctuosa en los que se han colocado cruces de madera en oficinas públicas, pegado mensajes, se han colocado posters con su imagen y sólo un puñado de personas han estado presentes”.

La muerte violenta de Javier Valdez aquel lunes 15 de mayo del 2017 a escasas calles de su oficina en la colonia Jorge Almada lacera a la familia, reconoce Patricia, por lo que se mantienen al margen del curso que ha tomado la investigación con la detención de Heriberto “N”, el Koala.

Patricia asegura a nombre de su familia que es trabajo de la Fiscalía Especial para la Atención de los Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión identificar a los autores materiales e intelectuales y llevarlos a juicio para que todos sean castigados de acuerdo a su grado de responsabilidad.

La captura en Tijuana, Baja California, de Heriberto “N”, de 26 años de edad, presunto coautor del homicidio es sólo un primer avance en las investigaciones, afirma.

Sobre la información divulgada por el Semanario Río Doce de que uno de los presuntos implicados en el homicidio identificado como Luis Idelfonso Sánchez Romero “El Diablo” está muerto, expuso que la familia desconoce los pormenores de la investigación y reitera que se mantienen al margen del caso.

En el marco del cumpleaños 51 de Javier Valdez, el pasado 14 de abril varios activistas, escritores intelectuales y su hermana Patricia dieron lectura a varios de sus textos a un costado de catedral. Patricia dio lectura a una semblanza que hizo de sí Javier en el que se definió como un militante de la mejor izquierda, poeta frustrado y un sobreviviente con amigos perforados a tiros o vencidos.

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