Había una vez, en el reino peninsular de la piel de toro, donde a los rieles del tren les llaman “raíles” y a las telenovelas “culebrones”, un monarca que cuando joven y gallardo se ganó su lugar como “el rey de la transición y la democracia” por oponerse al intento de golpe de Estado de los retrógradas. Pasaron los años y todo era felicidad... pero se le empezaron a conocer detallitos que hundieron su popularidad, como eso de andar matando elefantes y hasta un oso ruso emborrachado previamente para facilitar su “cacería”, mientras la familia real encaraba cargos de corrupción. Bueno, pues el rey emérito está metido en otro escándalo, debido a que la princesa alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein, quien fue su amiga cariñosa, lo acusa de haberla usado para ocultar propiedades “no porque me quiera mucho, sino porque vivo en Mónaco”, el paraíso fiscal en las narices de la UE que nadie se atreve a tocar. Todo esto, según una grabación del espionaje español. ¡Jolines! ¡Pájaros en el alambre! Y hay más, pues también habría sido coyote de empresas ferroviarias. Seguiremos informando.

El Foco. El último escándalo de Juan Carlos es todo un culebrón
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