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Es Frío. Luis Videgaray Caso, con sus expresiones bajo control, escucha a Layda Sansores Sanromán, en la intervención con más ácido de su comparecencia ante el Senado. Ella acusa al gobierno de llevar una relación con Estados Unidos en la que el canciller y el Presidente de la República “más parecen empleados de [Donald] Trump”.

La legisladora pelirroja de abundante cabellera, quien no se detiene ante nada y que ha interceptado al mismo presidente Enrique Peña Nieto una vez en la casona de Xicoténcatl, a la vista de representantes de los tres Poderes, encara a Videgaray Caso y le endilga: “Tanto servilismo [hacia Donald Trump], ni en los tiempos de Santa Anna”.

La legisladora de la oposición deplora la conducción de la política exterior a su manera, con sarcasmo, dureza y con imágenes escatológicas, incluso.

En la bancada del PRI y del PVEM las descalificaciones al presidente Enrique Peña Nieto no han levantado ruido.

Sansores Sanromán habla desde el atril bajo, en la parte alta de la Mesa Directiva, al lado del presidente del Senado, Ernesto Cordero Arroyo, el secretario Luis Videgaray tiene el rostro duro, como es habitual, y la mirada fría.

La oradora no puede ver al canciller y tiene que voltear para mirar a su presa, un Luis Videgaray sin expresiones.

“Sólo le digo, señor secretario, que a todos los funcionarios les arriman platos con caca y es opcional entrarle o no entrarle. Usted cuando mantiene una actitud servil parece dispuesto a comérselo todo”.

Ni eso sobresalta al canciller, quien enseguida tiene turno en el micrófono y responde cual diplomático, oficio en el que se ha declarado aprendiz: “Aunque usted no lo crea, me da gusto verla”.

Señala que “compruebo que mantenemos profundas diferencias” y delimita el alcance de este duelo: “Usted como legisladora, yo también lo fui, sabe que yo aquí acudo a comparecer, no a debatir”.

Sansores atiende las palabras de Videgaray, de pie, recargada en el respaldo de su escaño, junto con el coordinador del grupo del PT, Manuel Bartlett Díaz, y rechaza lo que la legisladora ha dicho del presidente: “Enrique Peña Nieto está enfrentando los muy complejos retos de la nación, incluidos los del exterior, con inteligencia, dignidad y patriotismo”, afirma.

Videgaray la invitó “a que nos mantengamos ajenos a este tipo de expresiones, por el respeto que nos tenemos usted y yo”, dice sobre lo escuchado en el salón de plenos.

Son las 13:40 horas, todavía faltan tres horas de comparecencia, a la cual el secretario de Relaciones Exteriores ha llegado para estar puntual en la cita ante el pleno, las 12:00 horas. De su vehículo pasó directo a las oficinas de la Mesa Directiva, donde fue recibido por Ernesto Cordero Arroyo y por los coordinadores del Revolucionario Institucional, Emilio Gamboa Patrón, y del PAN, Fernando Herrera Ávila.

En este salón del pleno, desprovisto de pasillo central, lo usual es que los comparecientes entren por el lado izquierdo. Allí van a su encuentro priístas y verdes, y se ve la bienvenida cortés que le dispensan, por ejemplo, Miguel Barbosa, Humberto Mayans, Gerardo Sánchez, Martha Palafox, Fidel Demédicis —lo cortés no quita lo valiente—, Zoé Robledo y Rocío Pineda Gochi, entre otros.

Faltan legisladores. Algunos se han retrasado. El paso lento sin prisa del canciller servirá para dar tiempo. El canciller expone con señalamientos contundentes. Contesta con claridad, sin calidez. Es un diplomático sin terciopelo.

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