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Con el rostro endurecido, serio, desafiante y portando un rosario de hilos al cuello, el episodio panameño del ex gobernador de Quintana Roo, Roberto Borge Angulo, por sus líos de presunta corrupción política, finalizó con una señal repetida: la palidez de su rostro y 20 kilogramos menos que a su llegada a este país el pasado 4 de junio.

El rostro afilado del político mexicano luce pálido, serio en todo momento, al igual que lo hizo aquella tarde del 6 de junio de 2017 al comparecer, dos días después de su arresto, en su primera audiencia ante la justicia de Panamá. Su palidez lo acompañó al abordar ayer la aeronave en el aeropuerto internacional de Tocumen, en la que fue extraditado a México.

El avión es un Challenger, matrícula XB-NWD de la PGR, la misma que se utilizó para trasladar a Nueva York, Estados Unidos, el 19 de enero de 2017, al ex líder del Cártel de Sinaloa, Joaquín El Chapo Guzmán.

Tras 214 días de presidio en Panamá, Borge entró a las 11:00 horas locales (10:00 en el centro de México) al avión que el gobierno de México envió a esta capital para recogerlo y repatriarlo para que enfrente a la justicia mexicana por presuntos delitos federales y estatales.

En la escalinata se volteó de medio lado. En ese momento, exhibió su rostro pálido. Sin éxito, trató de sonreír.

Segundos antes, Borge salió por un costado del edificio de la base en Tocumen del Servicio Nacional Aeronaval Capitán Juan Delgado— a donde entró a las 09:30 procedente de una celda policial capitalina— y rodeado por hombres armados de la seguridad panameña, de diplomáticos de este país, de autoridades mexicanas y de una parte de su equipo de abogados, caminó esposado hacia el avión. Trató de aparentar serenidad... pero estaba pálido.

Vestido de pantalón azul y camisa clara, un chaleco antibalas protegió su tórax. Antes de subir a la aeronave se volteó para despedirse de algunos de la comitiva y, todavía en la pista, se despojó del chaleco. Su rostro demacrado, delgado.

El grupo lo rodeó y subió por la pequeña escalinata, siempre esposado. Ya sin chaleco en su pecho, sobre la camisa se le vio un rosario. Allí, en lo alto de la escalerilla, pareció serio, desafiante y, por instantes, quizás tranquilo.

Luego de siete meses en cárceles panameñas, con nombres contrastantes y controversiales como El Renacer o La Chirola, el hombre que gobernó Quintana Roo de 2011 a 2016 se mostró con unos 20 kilos menos de peso, contó el abogado panameño Carlos Carrillo, uno de sus defensores en Panamá.

Los problemas renales del político mexicano, según su defensor, nunca fueron atendidos por especialistas en prisión. Su salud está en problemas y su acelerado reducción peso es un hecho que confirmó su situación, alertó.

Con menos peso y desencajado, el capítulo panameño de las tribulaciones de junio de 2017 a enero de 2018 de Borge —quien cumplió 38 años el pasado viernes en prisión— finalmente tuvo un desenlace.

Pero aquella imagen que jamás pudo esconder al inicio de sus conflictos en Panamá al comparecer en un tribunal el martes posterior al domingo de su captura, fue la de un hombre pálido, molesto, hastiado, casi derrotado. Ayer tampoco pudo ocultarla.

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