Si la tradición de colocar gubernamentales se prohíbe en México, el negocio de belenes artesanales de doña Carmen sufriría pérdidas económicas que lo condenarían a desaparecer, pues desde hace 70 años la venta de estas representaciones del origen de Jesús es la única fuente de ingresos de su familia.

Crear una de estas figuras de yeso moldeable les toma a los artistas de Artesanías Salanueva aproximadamente una semana.

Por su calidad, variedad y detalle, estas estatuillas tradicionales de la cultura mexicana han sido adquiridas en su comercio por trabajadores y organismos públicos de la Ciudad de México.

Fue hace 40 años cuando la señora Carmen Brito empezó a producir las figuras por influencia de su marido, quien ya llevaba tres décadas con este trabajo, moldeando y pintando a mano a los personajes del nacimiento.

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La primera sucursal del negocio, que pasó a manos de doña Carmen después de la muerte de su marido, estaba ubicada frente a la explanada de la alcaldía Venustiano Carranza y hoy se encuentra a la salida del Metro Velódromo, donde doña Carmen es muy reconocida por su labor.

En una plática con EL UNIVERSAL, Carmen Brito recordó con una sonrisa que la primera vez que participó en la elaboración de belenes lo hizo colocando ojitos, recortando pestañitas y retocando chapitas.

Mientras cargaba a un Niño Dios de unos 15 centímetros de diámetro, la artesana detalló que todos los nacimientos que vende son hechos a mano, sin excepción. El proceso de darle vida a los personajes del pesebre navideño inicia mezclando yeso moldeable con agua que después se vacía en moldes de silicón con la forma de animales, pastores, reyes magos y otros personajes de la escena.

Después de que la pieza se extrae, pasa al área de pulido, donde retiran las imperfecciones. Si la figura lo necesita, se le ponen ojos y pestañas, si no, pasa al proceso de pintura, que es colocada con aerógrafo en la parte de la ropa y con lapiceros o pinceles especiales en caras y detalles. Posteriormente, las estatuillas de los pesebres navideños se empacan de manera individual en periódico a fin de que no se dañen.

Al final, se hacen juegos de cada colección y se empacan para su venta.

Al local de color amarillo, que los vecinos de la colonia Jardín Balbuena ubican bien y visitan con tiempo para conseguir sus nacimientos, llegan clientes que viven en departamentos, de oficinas o de viviendas amplias, razón por la que la familia Salanueva decidió ofertar belenes desde tamaños miniatura hasta de metro y medio de alto.

Muy orgullosa, doña Carmen contó que en temporada alta venden alrededor de 500 nacimientos, que se pueden elegir de entre 80 modelos diferentes, que a su vez son innovados cada año para ampliar la gama.

Además, bajo solicitud de pedido especial, crean figuras religiosas de la Virgen de Guadalupe o San Judas Tadeo. De pronto, la felicidad que doña Carmen mostró al explicar el proceso y los logros de su emprendimiento se desvaneció tras cuestionarla sobre el decreto que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) discutirá para prohibir la instalación de los nacimientos en áreas públicas.

Desde que los hijos de la señora Brito nacieron, fueron sostenidos económicamente por esta labor. Incluso hoy, que ya son profesionales, continúa siendo su principal fuente económica y de las más de 15 familias que se benefician de la generación de empleos en su taller, en Texcoco.

“Buscan un Estado más laico, pero creo que la libertad de expresar las creencias de todas las personas que profesan una religión es lo que convierte a un Estado en laico”, aseguró al respecto Tulio Salanueva, quien es hijo de doña Carmen y administrador de la microempresa.

Ante la incertidumbre, la señora pidió a los ministros y a las autoridades federales reconsiderar sobre la posibilidad de hacer válida esta decisión.

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