El ministro Javier Laynez Potisek ofrece independencia y autonomía al Poder Judicial de la Federación frente a los otros poderes, de llegar a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), institución que, está convencido, debe ser garante de la Constitución en tiempos en que México vive transformaciones profundas por decisión legítima de los ciudadanos.

Esta es la primera entrevista con uno de los aspirantes a presidir la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a partir de enero próximo. hizo la invitación a los cinco candidatos, para que, en un espacio de equilibrio y apertura, hablen de sus proyectos de cara a la elección.

Javier Laynez considera que los jueces no deben dejarse llevar por ideologías o simpatías políticas en sus decisiones judiciales, ni apostar al fracaso o compartir logros de un gobierno. “El trabajo de jueza y de juez tiene que ser neutral desde el punto de vista de ideologías”, sentencia.

Asegura que el proceso para renovar la presidencia del Máximo Tribunal avanza bien y no cree que pueda ser el puente, si no hay acuerdo, para que alguno de los ministros propuestos por el presidente Andrés Manuel López Obrador o los que vienen de los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, que también contienden, resulte electo.

Ante los cambios que se impulsan, afirma que el reto de la Corte para los próximos cuatro años será mantener la credibilidad y supremacía constitucional, y transparentar más las licitaciones y asignaciones de contratos.

¿Cómo va el proceso de sucesión en la Corte?

—Va avanzado bien, es un proceso interno, no hay campañas, por lo que es más bien un periodo de reflexión y encuentros que tenemos entre nosotros para que en las semanas siguientes se vayan decantando los distintos votos.

¿Cuáles son los ejes que plantea en su proyecto?

—Neutralidad política, una presidencia más colegiada e incluyente y la vinculación con la sociedad. Si resultara electo, detallaría con el pleno y el Consejo de la Judicatura nuestro plan de trabajo. No es un proyecto personalizado de voy a hacer esto y a cambiar esto, sino de que voy a proponer y ahí es donde se dan estos ejes, desde transparencia, por ejemplo, que ha sido cuestionado por la sociedad y a mí me gustaría transparentar más los procedimientos de licitaciones y de asignaciones de contratos.

En su programa afirma que la independencia del Poder Judicial sólo es sostenible si convierte la neutralidad política en la guía absoluta de su actuación. ¿Cómo se logra?

—Lo resumo en esto: los jueces no debemos apostar al fracaso de un gobierno ni compartir sus logros. El trabajo de jueza y de juez tiene que ser neutral desde el punto de vista de ideologías.

El faro que debe guiarte es la Constitución y la ley. Tú no te dejas llevar por una ideología política, una simpatía política para emitir un proyecto o una resolución, a eso le llamo neutralidad política. Esto es lo que dice la Constitución y la ley.

De resultar electo, ¿garantizaría independencia y la autonomía del Poder Judicial?

—Creo poder ser garante de esa autonomía, de esa independencia, porque además, es un requisito sine qua non en nuestro trabajo como tribunal constitucional. No solamente en la defensa de los derechos humanos y en la justicia en su cotidianidad, sino también del equilibrio de poderes. La división de poderes pasa precisamente por un tribunal que, no nos olvidemos, en 1994, 1995, tuvo como pilar esa idea. Debes analizar las raíces para ver por qué la importancia de la Suprema Corte en ese rol.

Había terminado un régimen, lo que llamamos el antiguo régimen, y para afrontar el nuevo reto democrático de México, se requería un Poder Judicial con autonomía, que iba a servir de garante de la división de poderes y su equilibrio en el momento en que ya no iba a imperar esa hegemonía de un presidente con facultades metaconstitucionales. Requerías un Poder Judicial autónomo que pudiese dar cauce a lo que antes se resolvía políticamente.

¿Cómo enfrentar desde la presidencia de la Corte los señalamientos del Poder Ejecutivo contra los jueces?

—No debemos llegar a adjetivaciones porque mucho tiene que ver con la explicación de por qué la Corte decidió así. A veces no basta con el debate público que llevamos a cabo en el pleno, sino explicar por qué se llegó a esa conclusión y no a otra.

Convencer que no es para bloquear al gobierno, no es para que le vaya mal al gobierno, esto es incorrecto, es simplemente decir si la Constitución me está diciendo esto y tu ley, decirle al Legislativo, trae esto hay choque constitucional, no me queda otra sino declarar su inconstitucionalidad porque si no lo hago no estoy cumpliendo mi misión constitucional y quien se va a sentir decepcionada es la ciudadanía. Mucho tiene que ver con el diálogo entre poderes para ir transmitiendo eso, por eso para mí es importante desterrar esa idea de ministras y ministros pros y contra.

¿Cuál es el reto de la Suprema Corte para los próximos cuatro años?

—El reto va a ser mantener la credibilidad y la supremacía constitucional. Todavía va a haber muchos temas polémicos porque los cambios que se están impulsando son grandes, derivados de una legitimidad democrática. El reto es mantener la idea de que el Poder Judicial es autónomo, políticamente neutro y en la parte administrativa es dar un gran impulso a la transparencia.

¿Podría ser quien genere consenso entre los bloques de ministros que se dice hay?

—Confío en que se irán decantando para obtener una mayoría entre ministras y ministros. Es la primera vez que me preguntan si yo pudiese ser el puente entre los dos grupos, otros me ponen en uno de los grupos, que yo he rechazado desde la primera vez.

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