Las noticias del asesinato de reportaron que “aparentemente sólo hubo un agresor”. No había mención de un agente del Centro de Investigación de Seguridad Nacional (Cisen) como sospechoso.

El Cisen asignó dos agentes en Lomas Taurinas. De ellos, Jorge Antonio Sánchez Ortega terminaría detenido por tener sangre en su chamarra. Aunque se reportó que como Aburto, Jorge Antonio tenía pruebas en su contra, el lunes 28 de marzo ya se encontraba libre.

La actuación de como segundo tirador fue una hipótesis rodeada de confusión. Mientras el rodizonato de sodio sugería que pudo haber disparado, él declaró que como agente del Cisen trabajaba sin arma de fuego.

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La sospecha que lo mantenía en la mira era que podría haber sido el autor material y se confundiera a Mario Aburto con él.

El informe de la PGR, en el año 2000, presentó las razones oficiales para descartar que se hubiera inculpado a Mario Aburto en lugar de Jorge Antonio.

Se compararon retratos de Aburto y de Sánchez Ortega: 13 rasgos los diferenciaban. Un análisis de las imágenes confirmó que vestían de colores distintos.

La prueba del rodizonato de sodio tiende a dar falsos positivos. Comprobar que Sánchez Ortega disparó requería otras pruebas que no se hicieron en su momento.

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El resurgimiento de esta línea de investigación a inicios de 2024, en plena conferencia mañanera de Palacio Nacional, apunta al presunto deslinde intencional del agente Sánchez Ortega, por parte del entonces Cisen.

Según leyó el presidente López Obrador, la actual Fiscalía General de la República sostiene que aquel deslinde o “rescate” lo habría orquestado una comitiva del Cisen encabezada por el hoy convicto Genaro García Luna.

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