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Ciudad Juárez, Chih.— Cmo miles de policías en México, Dan Gerardo Fonseca Torres fue asesinado el 9 de agosto de este año mientras cumplía su deber en Ciudad Juárez, dejando huérfano al pequeño Damián y con un permanente nudo en la garganta a su madre, Lorena Torres, que recuerda con nostalgia que él dejó la carrera de maestro de Educación Física por lo peligroso que era ejercer en una comunidad de la Sierra de Chihuahua.

“Ya no quiero volver, está muy peligroso”, dijo Dan, después de ir a cubrir un interinato a un poblado del municipio de Guadalupe y Calvo, meses después de graduarse como Licenciado en Educación Física, y así fue, no regresó a aquella comunidad y al poco tiempo supo que el resto de los docentes asignados a esa plaza habían salido del lugar por amenazas.

Luego de decidir dejar el magisterio, Dan comenzó a buscar trabajo en la capital y recibió la oferta de entrar como instructor a la Agencia Estatal de Investigaciones, “al menos eso me dijo a mí” —reconoce su madre—, y después del proceso de capacitación en la academia no pudo colocarse como instructor y fue enviado a Ciudad Juárez, donde fue asesinado mientras se desempeñaba como comandante de Asuntos Internos de la fiscalía local.

Dan era el mayor de dos hijos, siempre protegiendo a su hermana menor y comprometido con la legalidad desde niño, “cuando estaba en la primaria, la señora de la tiendita se asombró mucho porque en una ocasión le dio cambio de más y, al darse cuenta, Dan fue y devolvió el dinero. El director se quedó asombrado”, recuerda Lorena.

Además del riesgo latente en el que viven, es inevitable que un policía se aleje de su familia. En el caso de Dan, pasaba meses sin ver a su madre y hermana, quienes radican en Chihuahua, y es que hacían planes para reunirse, pero pasaban cosas en el trabajo y tenía que cancelar.

En esa distancia física, en enero de 2015, Dan se convirtió en papá de Damián, a quien cariñosamente llamaba Cachorro. A través de fotos y videos, la mamá del hombre compartía con él el desarrollo y crecimiento de su hijo.

“El día que nació [Damián], [Dan] estaba feliz y siempre que tenía tiempo lo dedicaba a atender a su Cachorro, le lavaba los dientes, le daba desayuno y a veces hasta me preguntaba cómo prepararle una sopa; su hijo era todo para él, rebosaba de amor y el niño le correspondía”.

La última vez que Dan y su madre se vieron fue en febrero de 2018, para esa fecha falleció una hermana de Lorena y Dan vino a acompañarla en el funeral. Ese día aceptó quedarse en la casa materna e incluso durmió con su mamá sin saber que ese gesto de amor era una despedida. “A pesar de la muerte de mi hermana, fue un día hermoso porque estuvo aquí y lo agarré a besos como me gustaba, cuando estaba de modo me dejaba darle 10”, dice la mamá entre risas y lágrimas.

Dan Gerardo Fonseca fue agente de la fiscalía general por siete años y fue reconocido en múltiples ocasiones por su profesionalismo en el ejercicio de sus funciones a las que entregó la vida, dejando un historial limpio y una corporación que lo reconoció hasta el último día como un gran agente y mejor ser humano.

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