En México hay enormes limitaciones para ejercer la libertad de expresión debido a la violencia y el hostigamiento que sufren los periodistas, considera José Miguel Vivanco, director ejecutivo de la División de las Américas de Human Rights Watch (HRW).

En entrevista con EL UNIVERSAL, el experto agrega que, aunado a esos dos problemas, los medios de comunicación enfrentan las descalificaciones del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien, afirma, busca deslegitimar a la prensa.

Para Vivanco, la actitud del Ejecutivo hacia los medios muestra que tiene una “fuerte tendencia autoritaria”, pues, indica, pareciera ser que pretende que la prensa aplauda sus decisiones.

Por otra parte, Vivanco recuerda que, según reportes del año pasado de The Citizen Lab, de la Universidad de Toronto, el software Pegasus, utilizado en el sexenio de Enrique Peña Nieto para espiar a periodistas, sigue activo en nuestro país, aunque no se sabe quiénes lo estarían utilizando.

¿La libertad de expresión está garantizada en México?

—Si uno compara los márgenes para el ejercicio de la libertad de expresión que existen hoy en México con los que existían durante los 70 años que gobernó el PRI, es decir, antes de 2000, evidentemente hay mayores y mejores espacios para el ejercicio de la libertad de expresión.

Sin embargo, México no es un modelo en cuanto al ejercicio de la libertad de expresión: hay serias, enormes limitaciones en cuanto a ese ejercicio.

Para empezar está la manipulación o el manejo selectivo de lo que es la publicidad oficial, [ya que] se sigue utilizando por el actual gobierno de México como una manera de castigar o premiar a los medios de comunicación que operan en el país.

Un caso muy grave, en el que evidentemente se está sancionando a un medio porque al actual gobierno no le gusta cómo ejerce su libertad de expresión, es el caso de la revista Nexos. Igualmente importante es lo que se ha descrito como la violencia contra los periodistas.

México es tan peligroso como Afganistán para el ejercicio del periodismo, y durante la administración de Andrés Manuel López Obrador han sido asesinados 23 periodistas.

Vale la pena subrayar el hostigamiento que muchas veces sufren los periodistas. [Un ejemplo de esto es] el virus que se utilizó durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, conocido como Pegasus.

Es un programa muy poderoso, el cual logra infiltrar las comunicaciones de aquellas personas que son objeto de acción.

Si bien [Pegasus] afectó a una serie de periodistas y críticos del gobierno anterior, hay antecedentes serios de que sigue operando en México.

¿Considera que quedó impune el caso Pegasus?

—Acá no se investiga mucho, [pero] en México lo de Pegasus es muy serio, [aunque] es aún más serio el asesinato de periodistas. La regla general lamentablemente es la impunidad.

También está la descalificación del Presidente a la prensa, ¿eso vulnera la libertad de expresión?

—Las expresiones estigmatizantes y descalificadoras del Presidente hacia los periodistas y los medios constituyen un problema serio, pues lo que hacen es deslegitimar la función que cumple el periodismo y el valor que tiene la libertad de expresión en una sociedad democrática.

Que el Jefe del Ejecutivo se dedique a insultar y a agredir con adjetivos como los que dice usualmente en su rueda de prensa me parece que no ayuda.

No es una actitud democrática y, al contrario, todo indica o da la impresión de que el Mandatario tiene fuertes tendencias autoritarias y que preferiría vivir en una sociedad en la que los medios se dedican a aplaudir lo que hace.

¿Cuál sería la consecuencia de deslegitimar a la prensa?

—Hay un esfuerzo por desautorizar, deslegitimar a los medios de comunicación, [pero] no creo que lo haya logrado hasta ahora López Obrador.

Ante esta persistente y agresiva campaña contra los medios, contra el periodismo independiente, México ha demostrado espacios y fortalezas que permiten contrarrestar el discurso oficial tanto en los medios tradicionales como en los nuevos.

¿Habría que poner un límite a los dichos del Ejecutivo?

—Nadie está sugiriendo que el Presidente deba ser objeto de censura, el problema está en que muchas veces ese ejercicio no es sustantivo, no es uno basado en argumentos, sino en descalificaciones hacia los medios, en los que sugiere teorías conspirativas para las cuales no ofrece ni las más mínimas evidencias.

Mi crítica fundamental hacia el Jefe de Estado en México es la pobreza de sus argumentos, la falta de argumentos para intercambiar opiniones.

Las descalificaciones a los medios parecen una tendencia regional, ¿por qué?

—Han surgido líderes que hacen de la demagogia una forma de vida. Donald Trump miente sistemáticamente, a toda hora, todos los días. También [Jair] Bolsonaro, en Brasil, otro líder populista. Él combate día a día a los medios de comunicación independientes y masivos.

Todos estos mandatarios, tanto Trump como López Obrador y Bolsonaro funcionan sobre la base de un valor fundamental: su vanidad, su ego, el ego de que pueden más que otra cosa.

¿Un medio puede ser considerado un adversario?

—Si el medio de comunicación hace un trabajo serio y riguroso, profesional, con fuentes debidamente corroboradas y revela información que molesta, que es avergonzante, que contradice la línea oficial, obviamente que esas autoridades van a verlo como hostil, como un adversario.

Especialmente harán eso aquellas autoridades que tienen tendencias autocráticas, como las que hoy en día gobiernan en México, pero eso no debería afectar al trabajo de ese medio.

Un medio de comunicación no es parte de la oposición política, no es un partido político.

¿Cómo sugiere que deben actuar los medios ante todas las descalificaciones?

—Los medios deben seguir haciendo lo que están haciendo, que es defender sus espacios, defender sus fueros, defender la libertad de prensa, así como la de expresión.

Deben seguir haciendo periodismo profesional, riguroso, independiente, no dejarse intimidar o amedrentar por el actual gobierno [federal].

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