“Voté por Hugo Chávez pensando en una época de cambio, lo que él vendió era eso, una época de cambio. Yo decía: esta es una persona, tal vez es un militar patriota que no tiene intereses personales”, recuerda Luis Rafael Cano, caraqueño de 64 años; sin embargo, hoy ve las cosas de forma distinta.

“El cambio lo hizo, pero para mal, fue sistemático, el proceso fue cambiando porque tú veías que cada vez se deterioraba. Yo digo que ese señor fue la persona que le ha hecho más daño al país, en el sentido de que al tratar de imponer su ideología socialista acabó con todos esos privilegios que teníamos los venezolanos”, dice en entrevista telefónica con EL UNIVERSAL desde la capital venezolana.

Considera que el gobierno revolucionario lo único que ha provocado es una crisis económica, política y social que agobia a los venezolanos. “Lamentablemente se sentaron unas bases donde él trata o hace una Asamblea Constituyente para reformar el Estado y comienza nuestro viacrucis”, señala.

Cano tiene la edad suficiente para recordar cómo eran las cosas en Venezuela antes de Chávez. Menciona que en los 40 años de democracia, desde 1959 hasta 1999, hubo avances importantes como la nacionalización del petróleo, el hierro y el gas.

“Se construyeron importantes sistemas de vialidad, escuelas, universidades, hospitales, teatros, museos, el sistema de transporte subterráneo con el apoyo del gobierno de Francia, se mantuvo realmente una bonanza importante. Se preparó al ciudadano, al estudiante nativo, hubo becas para estudiar en el extranjero”, declara.

Indica que en esa época la economía se mantuvo, existía un sistema de salud gratuito y se podía ir a los supermercados para escoger entre la oferta y demanda, lo que representa para él una verdadera democracia.

Según su punto de vista, los socialistas supieron aprovechar los errores del segundo periodo del ex presidente Carlos Andrés Pérez (1989-1993) para llegar al poder.

“No fue la excelencia, pero su primer periodo fue de bonanza y progreso para el país, ahí se nacionalizó el petróleo; el segundo estuvo marcado por la corrupción dentro del gobierno”, señala.

En marzo de 1999, Hugo Chávez asumió el poder y con ello comenzó una nueva etapa en Venezuela. Cano reconoce que el comandante tenía carisma y su discurso era esperanzador.

Cano no sólo votó por Chávez, también dejó su trabajo de 10 años con el programa de Naciones Unidas en Nueva York, porque el nuevo gobierno cortó lazos con los proyectos “del imperio”.

Pero las cosas no fueron como él creía. Asegura que el gobierno entrante se concentró en la “destrucción del aparato productivo” e implantó un sistema de expropiación donde el beneficiado fue el gobierno.

“[Ahora] uno tiene que comprar simplemente lo que el gobierno permite que llegue a algunos supermercados y, entonces, es hasta denigrante tener que ver que tus compatriotas hacen largas colas para comprar alimentos, pero sólo lo que ellos [el gobierno] distribuyen. Es muy poco lo que se consigue nacionalmente porque el aparato productivo está devastado”, explica.

Para peor, reconoce que la Venezuela actual es más pobre que la que dejó Chávez en 2013, cuando falleció tras 14 años en el poder. Actualmente, no sólo faltan insumos alimentarios, sino también de salud.

Cano padece de hipertensión y hace años que no consigue todos los medicamentos que necesita.

“El costo es tan elevando que ninguna persona que sea hipertensa puede costearse un tratamiento mensual jamás, porque estamos hablando del orden de un medicamento que te costaba 400 bolívares y en la actualidad te cuesta 8 millones, entonces no puedo comprarlo”, relata.

De cara a las elecciones, Cano, quien actualmente trabaja como comerciante, declara que ve un futuro incierto y admite que no hay forma de acudir a las urnas porque, asegura, votar por alguno de los candidatos no representa un triunfo.

“Lo que tú puedes percibir en la población es que la mayoría no va a salir a votar; de hecho, yo reflexionando también, sacando números no votaré”, dice.

Cano no ve un futuro próspero para Venezuela ni para las pocas familias que aún siguen unidas, ya que cada vez más personas salen del país porque un trabajo ya no garantiza “poder vivir bien o, por lo menos, honestamente”.

“No se ve un futuro ni a mediano ni a largo plazo que tú digas: ‘Bueno, esto va a cambiar’. Si esto continúa como está, yo no sé qué va a pasar, la manera como estamos es insostenible, al igual que la situación”, lamenta.

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