Las negociaciones sobre el Brexit entre Reino Unido y la Unión Europea (UE) parecen complicarse. El gobierno británico exhortó a los comunitarios a ser constructivos, al tiempo que el bloque pidió a Londres que sean realistas, mientras las partes dirimen cuestiones como la frontera de Irlanda del Norte y la relación económica futura.

La primera ministra británica Theresa May se reunió ayer con el presidente del Consejo Europeo Donald Tusk en su residencia oficial en Londres, previo al discurso que se prevé que pronuncie hoy en el que deberá esbozar sus “propuestas para una futura sociedad económica” con la UE. La oficina de May indicó que durante el discurso pedirá el “acuerdo más amplio y más profundo posible, que cubra a más sectores y coopere más que cualquier acuerdo de libre comercio de cualquier parte del mundo hoy día”.

Sin embargo, Tusk y otros altos funcionarios de la UE han expresado una creciente frustración sobre la postura de los británicos, la cual muchos en el bloque ven como vaga y poco realista. Tusk dijo que cuando la reunión comenzó no estaba “contento” con las “líneas rojas” de negociación de May, las cuales incluyen abandonar el mercado único y la unión aduanera de la UE.

La reunión se produjo un día después de que Reino Unido tildara de “inaceptable” el borrador del acuerdo del Brexit elaborado por la Comisión Europea, por considerar que “amenaza la integridad constitucional” del país.

Dicho texto propone establecer “un área común regulatoria” entre la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda, que es parte de la UE, a lo que Londres se niega.

Ayer, el negociador del bloque Michel Barnier dijo que los funcionarios británicos deben dejar de pretender que “Gran Bretaña podría obtener un acuerdo de libre comercio con la UE con los beneficios del mercado único pero sin las obligaciones”.

“Dejar a un lado las ideas de ese tipo nos permitirá comenzar a construir una exigente sociedad futura que sea realista”, le comentó Tusk a un grupo de empresarios en Bruselas.

Los objetivos de los británicos han sido vagos hasta ahora —tras más de 18 meses de que el país votó a favor para abandonar la UE— debido a que el gobierno conservador de May está dividido. Algunos ministros quieren una salida limpia, mientras que otros esperan mantener la alineación económica con el bloque para amortiguar el impacto del Brexit.

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