Washington.— El deseo obsesivo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por conseguir su ansiado y prometido muro en la frontera con México lo llevó ayer a amenazar con dejar sin fondos al gobierno federal, algo que haría “orgulloso”, dijo en una reunión en el Despacho Oval en la que se enfrentó duramente con los líderes demócratas, en un intercambio registrado por la prensa y más digno de un reality show que de una negociación política.

“Si no conseguimos lo que queremos (…), voy a cerrar el gobierno. Estoy orgulloso de cerrar el gobierno por seguridad fronteriza”, dijo Trump desde el Despacho Oval, decisión que puede afectar al mandatario si finalmente cumple su promesa y el funcionamiento del país se ve afectado por la falta de fondos.

Las discrepancias mostradas entre los líderes demócratas, Nancy Pelosi (Cámara de Representantes) y Chuck Schumer (Senado), y Trump dejan muchas dudas de que en menos de 10 días pueda haber un acuerdo bipartidista para mantener a EU funcionando a pleno rendimiento. Las arcas se agotan el 21 de diciembre y no hay solución a la vista.

“La conclusión es simple: el presidente dejó claro que quiere un cierre del gobierno”, sentenció Schumer, señalando el “berrinche” de Trump y su incapacidad de flexibilizar su postura, enrocado en que quiere 5 mil millones de dólares para su muro. Los demócratas no lo aceptan y entraron a la reunión con una propuesta de mil 300 millones para “seguridad fronteriza”.

El debate fue agrio, inverosímil, con amenazas cruzadas... un espectáculo a ratos bochornoso.

Pelosi incitó a Trump a poner su propuesta de muro a votación en la Cámara de Representantes antes del cambio de poder, para demostrarle la poca unidad del grupo republicano. El presidente esquivó la propuesta insistiendo en que el problema real es que no tiene la mayoría necesaria en el Senado.

En más de una ocasión Pelosi instó al presidente a dejar la discusión para el ámbito privado, cerrar la puerta a un espectáculo que puso de manifiesto, o al menos dio una pincelada, de cómo serán los dos próximos años en Washington con los nuevos balances de poder en el Congreso.

También estuvo en el Despacho Oval el vicepresidente, Mike Pence. Sentado en una silla al lado de Trump, no abrió la boca y estuvo en silencio como espectador de lujo.

Tras la reunión, Schumer y Pelosi emitieron un escueto comunicado, que pareció un ultimátum: “Hemos dado al presidente dos opciones para mantener el gobierno abierto. Es su decisión aceptar una de esas opciones”, sentenciaron.

En tanto, Trump ha esparcido información no confirmada y sin citar pruebas ni fuentes dijo que “gente con tremendas dificultades y problemas médicos está entrando [al país], y en muchos casos son contagiosos”; que han detenido a “10 terroristas” en la frontera con México; que “muchos” de los inmigrantes centroamericanos que llegaron en caravanas “están yéndose” y “volviendo a sus países”, y también presume el muro que se ha construido, siendo que no se ha erigido ni un centímetro de nueva barrera. También agradeció la cooperación con el gobierno mexicano, con quien está “trabajando muy bien”.

Horas antes de la reunión destacó en una serie de tuits el “buen trabajo de los agentes fronterizos, a pesar de que la mejor solución sería un muro que haría las tareas de seguridad más fáciles y menos caras”.

Por la mañana, el presidente estadounidense volvió a amenazar con que si no conseguía los fondos, usaría al ejército para construir el muro en la frontera con México.

La idea, que lleva repitiendo desde marzo, es prácticamente irrealizable por los numerosos obstáculos y aprobaciones que el mandatario necesitaría superar.

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