Si el año anterior fue catalogado como uno de amenazas a la estabilidad política de la Unión Europea (UE), 2018 es considerado como el de la esperanza. Una vez derrotada la extrema derecha en elecciones clave, abatida en las urnas la apuesta por un “Brexit duro” y asimiladas, entre un importante número de votantes, las nocivas consecuencias de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, existen las condiciones para poner nuevamente a Europa en el camino correcto de la integración y el crecimiento.

En el rubro económico no hay motivos para preocuparse. Las perspectivas de crecimiento del PIB de la UE continúan siendo favorables, el desempleo retrocede y crece el optimismo entre los consumidores. El único foco rojo previsto en el calendario económico aparece en agosto, cuando expira el último programa de rescate para Grecia, que tendrá que demostrar que es capaz de operar en los mercados financieros sin necesidad de la intervención de los prestamistas internacionales.

En el ambiente político se respiran nuevos aires. La llegada del joven y dinámico Emmanuel Macron al Palacio del Elíseo inyectó confianza a una desmoralizada clase política que llegó a pensar ya no era posible ganar elecciones apostando por Europa. Este año se espera un relanzamiento de la UE, cuyo éxito dependerá del resurgimiento del eje francoalemán y su efectividad para sacar adelante una hoja de ruta que requerirá de decisiones de gran calado.

Macron tiene planes para transformar el bloque: quiere implementar un presupuesto común para la eurozona, crear la cartera de superministro de Finanzas, acabar con el “dumping social” al interior del bloque, diseñar una política de defensa y seguridad real, así como un área común para la gestión de las fronteras y la inmigración. Para que las discusiones avancen se requerirá de una Alemania políticamente estable. Tras el fracaso de las negociaciones para la “coalición Jamaica” (entre los democristianos de Angela Merkel, los liberales y verdes), la canciller intenta convencer a los socialistas de Martin Schulz para obtener un cuarto mandato. Si bien no hay garantías de que las pláticas tengan éxito, los analistas políticos ven probable la formación de un nuevo gobierno antes de abril.

La conmemoración, el 22 de enero, del 55 aniversario del Tratado del Elíseo, que estableció las bases de la cooperación entre Alemania y Francia, será el foro ideal para reactivar el motor francoalemán. Una fecha clave es el 28 y 29 de junio, cuando está previsto que los líderes europeos tomen las primeras decisiones sobre la reforma de la eurozona.

Hay algunos pendientes con potencial de sabotear un año que pinta prometedor. Los valores de la UE, principalmente la independencia del Poder Judicial y la libertad de expresión, peligran en Polonia, Hungría, Rumania, Bulgaria y Croacia. “Si dejas que esos países no respeten las reglas básicas de la UE, esto puede terminar de una sola manera: el desbaratamiento de la UE”, advirtió recientemente el Ministro holandés de Exteriores, Halbe Zijlstra.

Italia celebrará elecciones generales el 4 de marzo. Entre los favoritos está el Movimiento 5 Estrellas, cuyo líder Luigi di Maio, amenaza con convocar un referéndum sobre la permanencia en el euro si “los italianos no son escuchados”.

El agujero financiero, entre 9 mil y 10 mil millones de euros anuales, que dejará en las arcas comunitarias la salida del Reino Unido será otro dossier incómodo.

A estos retos habría que añadir otros provocados por el terrorismo, la inestabilidad en Medio Oriente, los ejercicios militares de Corea del Norte, el unilateralismo de Trump y la política exterior del ruso Vladimir Putin, quien espera reelegirse en las presidenciales del 18 de marzo.

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